Hoy retiran la N°13 de Andrés Nocioni: sus tres anécdotas más hilarantes en la selección argentina
Andrés Nocioni tiene ese qué sé yo. No fue el más talentoso de la Generación Dorada, casillero ocupado por Manu Ginóbili. Tampoco el infaltable (aunque casi), como Luis Scola. Pero sí puede considerarse el jugador más querido. Quizás, por su aspecto de bonachón. Tal vez, por el sacrificio que ofrecía en cada jugada. O, a lo mejor, por ser capaz de saltar al campo de juego con un esguince grave en su tobillo.
Ese es el Chapu. Por eso, nadie duda de que sea merecedor del homenaje que recibirá esta noche, en la previa del encuentro entre la selección argentina y Paraguay, en Olavarría, por las eliminatorias mundialistas: retirarán su camiseta N°13 para siempre. De esta manera, el santafesino se convertirá en el primer jugador de la Generación Dorada en tener este reconocimiento.
Pero Nocioni no sólo fue importante dentro del campo de juego, sino también afuera. Conocido por su buen humor, protagonizó un sinfín de anécdotas. Aquí, un repaso por algunas de las mejores.
La cumbia de Manu
Esto ocurrió en el hotel de Sendai, sede del Mundial Japón 2006, dentro de un gran salón que todas las delegaciones compartían durante las comidas. Chapu Nocioni sacó de su bolsillo un iPod e hizo una seña a todos sus compañeros, menos a Ginóbili, que era el destinatario de lo que vendría. Puso play y empezó a sonar una milonga, de ritmo muy marcado y pegadizo, que un compositor argentino había grabado y dedicado a Manu. Con el sonido a full, los once jugadores se levantaron, formaron un trencito y comenzaron a bailar, pero con un estilo de cumbia y exagerando los movimientos de cadera y pelvis, mientras pasaban entre las mesas donde almorzaban las delegaciones de Venezuela, Francia, Nigeria y Líbano. El bahiense de San Antonio Spurs, que se había sorprendido y quedado solo comiendo el postre, no sólo no pudo creer semejante escándalo, sino que también sintió algo de vergüenza por el momento que le hicieron pasar ante los extranjeros. El francés Tony Parker, que al otro día iba a dejar su seleccionado y volvería a San Antonio por una lesión en un tobillo, preguntaba de qué se trataba la broma y ensayaba el ritmo para recordárselo a su compañero cuando se reencontraran en la NBA.
La pelea que lo marcó
El partido entre la Argentina y Puerto Rico por los Juegos Panamericanos de Winnipeg 99 se calentó desde el primer tiempo. Andrés Nocioni tuvo roces con Antonio Latimer, un alero mañoso, que terminó metiéndose en su cabeza. Camino al vestuario, en un pasillo, Andrés lo invitó a pelear: "Vení acá si tenés huevos, peleá acá afuera de la cancha". Latimer contestó y Nocioni le dio un puñetazo en la cara. El entrenador Julio Lamas decidió que el Chapu no juegue el segundo tiempo. Latimer ingresó con el ojo derecho completamente cerrado por la hinchazón.
Los roces en el partido antes de la pelea con Latimer
Según relatos de varios testigos, al día siguiente, en el comedor de la Villa Panamericana, Nocioni caminaba con su su bandeja rumbo a la mesa, para almorzar con sus compañeros. De pronto, el técnico puertorriqueño Julio Toro cruzó frente a Nocioni; Latimer llegó desde atrás y le arrojó un golpe de puño al argentino. Varios jugadores se trenzaron en una pelea que terminó con la policía queriendo detener a Latimer. Al final eso no ocurrió. Un par de meses después, Nocioni visitó la redacción de La Nación y contó: "Creo que el incidente con Latimer me marcó mucho. No quiero más líos. Además, si los provoco yo, se agrandan más todavía".
-¿Cómo reaccionaste por la agresión de Latimer en el comedor?
-Mi bandeja de comida terminó en la cara de él.
Entre besos y medianoche
Aunque no se sabe dónde fue a parar la pelota de la final ganada en los Juegos Olímpicos de 2004, que Manu Ginóbili le pidió especialmente a un voluntario griego a cambio de una camiseta argentina, muchos intuyen y suponen que uno de Nocioni tuvo algo que ver. "Nunca pido nada, ni una camiseta del rival, ni me llevo la red del aro cuando logro un título, pero esa vez era especial", suele lamentarse el bahiense, quien aún recuerda el episodio.
Hugo Sconocchini, parte de aquel plantel, contó: "Con la pelota me hicieron quedar como un pelotudo. Después de ganar la medalla se fueron a festejar y yo me quedé en el hospital haciendo examen de sangre y de orina. Cuando volví a la Villa Olímpica, no estaba ni el loro, estaba solo como indio malo. Me bañé y me fui a acostar. A la madrugada me tiraron la puerta abajo entre Carlitos (Delfino) y Chapu (Nocioni). Me acuerdo que Manu había armado la valija toda prolija y había dejado la pelota encima. Cuando llegan estos dos fue una locura. Chapu se me tiró encima, y como sabía que me molestaba que me besen, el muy atorrante me quería besar en la boca y le pegué una trompada que todavía me duele el puño. Me acuerdo que uno de los dos le dio un voleo a la pelota, la sacó por la ventana y la tiró al bosque que estaba al lado. Cuando llegó la hora de mi avión, me fui y no vi a nadie. Y pasaron los años y me decían que la pelota se la había choreado yo a Manu".
Y agregó: "Un día los visité a todos en Rosario, donde estaban con la selección, los agarré y los senté en una de las gradas. Estaban Scola, Nocioni, Delfino, Oberto... Y les dije: 'Que se aclare ahora lo de la pelota, porque ya no quiero que me digan que yo se la afané a Manu ¡Hasta me putean por Internet para que se la devuelva! Entonces, Carlitos y Chapu dijeron 'creo que estábamos borrachos los dos y me parece que la pateamos para afuera...".
Las sospechas tenía razón: había sido Chapu... aunque con un cómplice.