Inglaterra quebró a Colombia y provocó las lágrimas en José Pekerman
MOSCÚ – Una buena manera de que no vean que estás llorando es que te tapes la cara. Una buena manera de que piensen que estás llorando es, también, que te tapes la cara. José Pekerman siguió, en una eléctrica noche en Moscú, la definición por penales con Inglaterra tapándose la cara. Se la tapaba porque no quería ver lo que ya había visto en situaciones similares, al equipo que dirige eyectado de un Mundial por la decisión desde los 12 pasos. Se la tapaba porque no es capaz de soportarla, porque considera que el que pierde en los penales en realidad no perdió, sino que empató. Y es cierto, pero en las etapas de knock-out en un Mundial el empate no alcanza, y si el alargue tampoco resuelve las cosas, no hay otra vía (al menos por ahora) que los penales. Que le arrancan sonrisas a uno y lágrimas a otro. A Pekerman, anoche, después de 1-1 en 120 minutos, hubo un momento en que le arrancaron lágrimas, pero de felicidad. El triunfo estaba ahí, el pase a cuartos estaba ahí, Jordan Henderson acababa de fallar su penal y sólo restaba que Mateus Uribe y Carlos Bacca anotaran los suyos para volar todos juntos a un lugar entre los ocho mejores, ese mismo que ya habían tenido cuatro años antes.
Nada de eso. Uribe estrella su tiro en el travesaño y Jordan Pickford le sacó el suyo a Bacca, mientras los dos ingleses cumplían. Pekerman, que lloró de emoción cuando los suyos estaban 3-2 con todo en sus manos, volvía a estrellarse con los penales, quizás su peor enemigo.
Solo quizás, porque el técnico que dirigió a una de las mejores Argentina de las últimas décadas fue precavido en exceso con Colombia ayer. Inglaterra, un buen equipo, se vio mejor aún gracias a las ataduras que el técnico rival les puso a sus jugadores. Aunque él no lo vio así.
"Me parece que nuevamente en una definición (por penales) es muy difícil de aceptar, porque un equipo que ha progresado tanto necesita el toquecito de fortuna, los penaltis lo requieren", dijo con la voz gastada. "Nosotros estábamos con ventaja, ilusionados, por eso me sentí emocionado y golpeado a la vez, pero por los jugadores, porque se merecían pasar esta ronda", añadió el que era el último técnico argentino en carrera. Inglaterra se medirá en los cuartos de final con Suecia, vencedora ayer de Suiza por 1-0.
Con James Rodríguez lesionado y en la tribuna, Colombia llegaba con una energía especial al partido. Mérito de la primera plana de ayer de "The Sun", que presentaba al rival de Inglaterra como "el país que le dio al mundo a Shakira, gran café y, ejem, otra cosa". La provocación se completaba con el titular, "Go, Kane", cuya fonética en inglés puede confundirse con "cocaine". A la vez, muchos aficionados de los "three lions" evitaron vestir las camisetas de su selección, presente el recuerdo de la batalla campal entre hooligans ingleses y rusos en la Eurocopa de hace dos años.
El césped húmedo, la noche fresca y un estadio repleto con hinchas que no dejaron nunca de cantar y alentar le daban ambiente de Premier League al partido, muy diferente al que tuvo la Argentina, en ese mismo estadio, en el empate con Islandia. Inglaterra tuvo siempre la iniciativa en el primer tiempo y las mayores posibilidades, aunque ninguna de ellas extremadamente clara. El partido era trabado y con muchas mañas, y no cambió en el inicio del segundo tiempo, cuando Carlos Sánchez le hizo una toma de catch en el área a Harry Kane y el árbitro estadounidense Mark Geiger, que tuvo muchísimo trabajo, marcó penal. Fue el segundo penal provocado por Sánchez en el Mundial, aunque Pekerman cargó sobre el árbitro y dejó en claro que siente que se perjudicó a su equipo: "(Se cobran) muchos penales, los jugadores se chocan y caen en el área. Los futbolistas están sometidos a algo que hace del fútbol una situación que no le da continuidad al juego. Que se pite una falta, pero cuando hay tantas y tantas hay que buscar un equilibrio para que el partido se pueda jugar. No hay que buscar solo en los jugadores de Colombia, hay que saber mirar". Lo cierto es que fue penal y Kane lo pateó fuerte y al medio. Ospina, a contrapié, no tuvo chance. James se agarraba la cabeza en la tribuna.
Con permanentes forcejeos y escaramuzas entre los jugadores y un Radamel Falcao fuera de sí, el partido se fue tornando cada vez más sucio. Cada jugada que exigía armar la barrera era un infierno para el juez, que repartió ocho tarjetas amarillas, seis de ellas para los colombianos. Hasta que apareció con un cabezazo perfecto, picando la pelota, Yerry Mina tras un córner, el primero de Colombia en todo el partido. Era el minuto tres del tiempo extra, el 90+3, para el tercer gol en tres partidos del compañero de Lionel Messi en el Barcelona. No se daba algo así desde el alemán Miroslav Klose, en Corea/Japón 2002. Los miles y miles de hinchas colombianos querían saltar al césped, mientras James lo celebraba con desenfreno. Gareth Southgate, en el banco, no podía creer lo que acababa de pasar, y sus jugadores agachaban la cabeza sin entender cómo se les había escapado la victoria. Hasta que llegaron los penales, hasta que todo cambió, hasta que Pekerman, a disgusto, volvió a sentirse en el Estadio Olímpico de Berlín.
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