Río 2016. La historia detrás del saco de la coach de Paula Pareto y cómo fue la preparación especial para ganar el oro
Laura Martinel optó por repetir la indumentaria que utilizó durante Mundial de Astana 2015, cuando se consagró campeona la Peque; qué le pedía su discípula en la previa
Las lágrimas de dolor en los Juegos Panamericanos de Toronto luego de que Paula Pareto perdiera la final mutaron a felicidad cuando un mes después la Peque se consagró campeona del mundo en la categoría hasta 48kg. en Astana, Kazajstán. Esa emoción se hizo oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro . Hay una imagen que se mantuvo incólume en ambos logros, además de las lágrimas: el saco blanco con delgadas líneas y la remera negra de la entrenadora Laura Martinel.
Ante la consulta de LA NACION, Martinel se ríe y apresura la respuesta antes de que se termine de formular la pregunta: "Sí, no es que no tenga otro saco (vuelve a reírse). Es el saco campeón mundial. Qué le vamos a hacer. Porque nos dieron ropa muy bonita, pero bueno, lo lamento, las cábalas son las cábalas", comenta la entrenadora de la campeona mundial Daniela Krukower en Osaka 2003. Hasta Pareto se sumó al rito. "No, no, la coach se va a llevar su saco", cuenta Martinel que decía la Peque. Desde ya, la vestimenta no es el dato central de la preparación de Pareto: la planificación para Río 2016 comenzó cuatro años antes y nada se libró al azar.
-¿Este año cuidaste que Paula no compitiera tanto para salvaguardar su físico y sus tácticas?
-En realidad, este año para lo único que se compitió era porque yo quería que Paula fuera sembrada alto en el ranking, que quedara uno o dos. Hasta cuarta me estiraba. Las competencias que hicimos fueron lo justo y necesario como para llegar a quedar sembrada en esa posición (2°). No fueron competencias de preparación, sino para que quedara bien rankeada.
-¿Y para que llegara sana también?
-Sí, ya no queríamos que la sintieran sus rivales. Porque analizarte, te analizan todos con los videos, pero otra cosa es sentirlo. Es distinto.
-Qué lejos quedaron tus lágrimas de los Juegos Panamericanos de Toronto...
-Mis lágrimas de Toronto ahora son lágrimas en Río, pero de felicidad. Era un deseo tan grande que se cumpliera... En Toronto me dio mucha bronca porque en realidad me parece que no supimos manejar la presión. Y bueno, pero de todo se aprende. Toronto tal vez fue bueno.
-En estos Juegos de Río se notó como Paula manejó esa presión desde el principio.
-¿Te das cuenta? Fue otra cosa. Parecía que hubiésemos estado en una competencia de buen nivel, pero no en unos Juegos Olímpicos. La presión se logró ubicar donde tenía que salir. Empujar para arriba y no tirar para atrás.
-Fuiste la entrenadora de Krukower cuando fue campeona mundial. ¿Cuál es tu secreto?
-Me emperro cuando quiero algo. Soy pesada. Quiero eso y lo voy a buscar.
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