Punto de vista. La chance para recibirse de DT
PRETORIA.- Hace cuatro años, en las vísperas del Mundial de Alemania, Diego Maradona difícilmente hubiera imaginado que 2010 lo tendría como un protagonista central del que está cada vez más cerca de comenzar en Sudáfrica. Interiormente, Maradona siempre cobijó la ilusión de dirigir el seleccionado, aunque también, en algún rincón de su conciencia, sabía que su zigzagueante vida y su inestabilidad emocional condicionaban seriamente su candidatura al puesto.
Cuando faltaba una semana para el Mundial de Alemania, Maradona ya estaba junto a Alejandro Mancuso, pero no como pareja integrante de un cuerpo técnico, sino como compañeros del equipo de Showbol que, en Jerez de la Frontera, perdía frente a España y Brasil. Era una manera de seguir alimentando la cuenta bancaria sin dejar de sentirse el futbolista que llevará dentro hasta el último de sus días. Hoy, España y Brasil vuelven a aparecer en el horizonte de Maradona, en un contexto mucho más relevante, como dos pretendientes a alcanzar la gloria del título en una competencia que no guarda relación con la pachanga del Showbol.
Maradona estuvo en Alemania como comentarista del Canal 4 de España. Se recuerdan sus visitas al plantel que dirigía José Pekerman en la concentración de Herzogenaurach. Después del debut triunfal ante Costa de Marfil, Maradona, en un almuerzo con el plantel, les comentó a los jugadores: "No hay ningún equipo mejor que el nuestro". También los visitó en el vestuario antes de los primeros partidos. Su presencia y voz de aliento debían significar una motivación extra para los futbolistas, aunque no todos coincidían en que sus apariciones siempre fueran oportunas.
Desde anteayer, ya instalado junto con sus muchachos en el Centro de Alto Rendimiento de Pretoria, Maradona afronta el mayor desafío futbolístico desde que clausuró su etapa de jugador. Es la responsabilidad con la que soñaba desde hace tiempo, a la que nadie lo empujó u obligó a asumir. Es el momento para que definitivamente aparezca el conductor que los futbolistas buscan y necesitan. En el camino no faltaron turbulencias, volantazos, confusión e incoherencias. En las circunstancias más adversas, los jugadores siempre respetaron la investidura de Maradona y públicamente nunca atacaron sus flancos débiles en la manera de trabajar.
No sobra el tiempo. El margen de error se achica. Quedan 12 días para el debut y, en el mejor de los casos, una convivencia que se extenderá por 43 días, hasta la final del 11 de julio. Es el momento para que Maradona le transmita a su plantel seguridad, ideas claras, un proyecto futbolístico y equilibrio emocional. Antes de vencer al rival de turno, deberá ganarse las cabecitas de sus futbolistas. Ahí, entre las cuatro paredes de la Universidad, en la intimidad de la preparación, Maradona tiene la última oportunidad para recibirse de director técnico.
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