Diez años después del caso de Ben Johnson. La década infame
En Seúl ´88 el mundo se conmovió por el positivo del velocista canadiense; desde entonces, la droga es protagonista.
La utilización de sustancias estimulantes no es novedosa. Es casi tan vieja como el deporte mismo. Pero, curiosamente, el hecho de que esta ola de casos descubiertos y de sospechas se hagan públicos tiene una fecha clave y un hecho determinante: el 27 de septiembre de 1988, durante los Juegos Olímpicos de Seúl. Aquella vez, el deporte se conmovió con el resultado positivo de Ben Johnson, en la prueba de los 100 metros, corrida el 24, hace hoy diez años.
En la carrera por convertirse en el hombre más veloz del planeta, el canadiense sorprendía con un físico increíblemente desarrollado y una marca jamás imaginada: 9s79/100. Si hasta tuvo tiempo para mirar de reojo a Carl Lewis. De esa vez, nadie pudo llegar a dicho registro. ¿Casualidad? El récord vigente es de 9s84/100 , y corresponde al canadiense Donovan Bailey. Una década después, la sombra del doping resurgió con fuerza. Este año resultó el más convulsionado por la presencia de sustancias prohibidas. El Tour de Francia dejó una gigante mancha negra. El atletismo quedó en evidencia con Randy Barnes (lanzador de bala), y Dennis Mitchell (velocista). Además, con la muerte de Florence Griffith-Joyner nacieron nuevamente las sospechas de que la Pantera Negra utilizaba compuestos estimulantes.
La lista de acusados del ´98 se completa con los casos de las nadadoras chinas en el Mundial de Australia, y de los competidores olímpicos Gary Hall Jr. y Michelle Smith .
Las reiteradas apariciones de deportistas involucrados en el consumo de drogas generan una incontenible ola de opiniones de especialistas. Por ejemplo, el presidente de la Federación Internacional de Medicina Deportiva, el brasileño Eduardo Henrique de Rose , denunció que "todo esto se trata de un furor, en una etapa histórica del deporte dominada por la publicidad".
Durante los últimos 10 años, en el orden nacional también existieron hechos que revolucionaron el ambiente deportivo. Las situaciones más resonantes fueron las de Diego Maradona y Claudio Caniggia , en fútbol; Norma Fernández , en atletismo; Pablo Jankowski , en rugby, y Grisel Abarca , en pesas.
Como se advirte, en la Argentina no se dieron tantos casos de doping como sí ocurrió en el exterior. Y la explicación no es complicada de encontrar. Fernando Pastoriza, ex atleta (en la actualidad, entrenador de deportistas de elite en salto con garrocha y lanzamiento de jabalina), confesó: "La diferencia está en que en el deporte argentino no hay medios para llegar a los laboratorios que, en el nivel internacional, respaldan a los atletas. Además, para que un deportista argentino tome algo, que puede ser algún complejo vitamínico permitido, es casi imposible ".
La frenética -a veces, injustificada- búsqueda por mejorar el rendimiento es el asunto central. Todos se proponen ese objetivo y no existen límites para los medios que emplean. Al respecto, Pastoriza profundizó: "Se trata de una carrera contra las máquinas que realizan los controles. Si hay 1000 sustancias prohibidas, la premisa parece ser conseguir 500 que no se descubran. Algunos laboratorios se preocupan por crear nuevas pastillas que no sean detectadas en los controles. Incluso, en el exterior, hay laboratorios privados que compiten con los estatales, que son los encargados de realizar análisis lo más estrictos posibles".
Versiones sobre el triste vínculo deporte y droga hay muchas; los resultados positivos, en tanto, se suceden sin interrupciones. A diez años de la caída de Ben Johnson, la historia se repite: la droga vuelve a adquirir un papel protagónico. Al parecer nadie repara en las consecuencias. Por un triunfo, una medalla, son capaces de pagar cualquier precio. Hasta el de la propia vida...
lanacionar