La España que Jorge Sampaoli eliminó en Brasil 2014 se reinventó sin apartarse de una línea de juego
Jorge Sampaoli marcó el final de un ciclo futbolístico de la selección de España , la dejó expuesta en su agotamiento y desgaste, le dio el último empujón a un equipo tambaleante. El 18 de junio de 2014, en el estadio Maracaná, el Chile vigoroso y tácticamente aplicado que dirigía el director técnico de Casilda le ganó 2-0 y eliminaba en la etapa de grupos al defensor del título.
Fue un golpe de gran impacto. España, armada a imagen y semejanza del Barcelona que había creado Guardiola, era la referencia futbolística global desde hacía seis años. No obstante, el fracaso en Brasil no supuso un cambio en el estilo ni en las convicciones de juego. Sí una despedida para algunos referentes, como Casillas, Xavi, Xabi Alonso y David Villa. Y una continuidad un tanto forzada e inconveniente del entrenador Vicente Del Bosque, quien fue convencido para que siguiera en un cargo al que él consideraba que ya le había entregado lo mejor de su conocimiento y oficio, como quedó demostrado dos años más tarde en la Eurocopa 2016, cuando España no cumplió las expectativas al ser eliminada por Italia en los octavos de final.
En lugar de Del Bosque, en septiembre de 2016 asumió Julen Lopetegui, avalado por los títulos obtenidos con el Sub 21 y 19 de España. La Argentina enfrentará el martes a una España que tiene a un entrenador invicto en 17 partidos, con 12 triunfos y cinco empates, que viene de empatar 1-1 con Alemania y que en las eliminatorias gobernó su grupo a voluntad y postergó a Italia al Repechaje.
Lopetegui prolongó un proyecto futbolístico, es el último guardián de una identidad que preserva el juego asociado, la iniciativa y la preponderancia de los mediocampistas. En medio del reconocimiento general, no falta quien le señala al DT la tendencia que tiene el equipo a replegarse cuando está en ventaja. Un retroceso para explotar el contraataque. Un matiz que algunos consideran una herejía al plan maestro de presión alta y control de la pelota.
La Argentina se encontrará con una ventaja, una ausencia que debilita el bloque español: la falta del lesionado Busquets, el mejor volante central del mundo, como lo reconoció en su momento Javier Mascherano, que aceptó reinventarse como zaguero central en Barcelona porque no había manera de competir contra el jugador que hace todo bien en su función: ordena, releva al compañero, asiste al mejor ubicado, es el primero en presionar en campo rival cuando se pierde la pelota. Sin Busquets, España y Barcelona se quedan sin una pieza esencial. Alguna vez, su entrenador Del Bosque le dedicó uno de los mayores elogios que podía recibir: "Si fuera jugador, me gustaría parecerme a Busquets". Tampoco será menor en el Wanda Metropolitano la baja de David Silva, una usina de juego y creatividad.
España tiene todo claro, desde el plan de juego hasta sus intérpretes. Ante Alemania, Sergio Ramos cumplió 150 partidos internacionales. Lo único que permanece un tanto en la nebulosa es el centro-delantero, un puesto complejo de ejercer en un equipo que no necesita un referente de área ni alguien que aguante pelotazos o le lluevan los centros. Al brasileño nacionalizado Diego Costa le sigue costando una adaptación que ya va para los cuatro años. Ante Alemania apareció Rodrigo, el centro-atacante de Valencia que convirtió el gol.
Por el concepto futbolístico que maneja España, una variante es la del falso N° 9, un futbolista que no reúna las características del ariete clásico. Cuando falta poco más de dos meses y medio para el Mundial, España ya tiene a casi todos sus titulares definidos: De Gea, Carvajal, Sergio Ramos, Piqué, Alba, Busquets, Koke, Iniesta, David Silva, Isco. El recambio también tiene nombres propios: Thiago Alcántara, Ñíguez, Asensio, Lucas Vázquez, Azpilicueta. De ese vivero de volantes con toque y conducción, uno de los últimos brotes es Rodrigo Hernández, a quien muchos comparan con Busquets y el Atlético de Madrid ya se lo compró a Villarreal para la próxima temporada.
Casi cuatro años después, la Argentina que conduce Sampaoli no está tan afinada como aquel Chile que provocó un Maracanazo. De hecho, el DT argentino torció el gesto cuando hace un tiempo le informaron la confirmación del amistoso. Hubiera preferido un rival algo menos exigente. Esta España, sin variar su libreto, se siente renovada y más en plenitud que la recibió el golpe de gracia de Chile.
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