Golf / El Masters. La exclusividad es un emblema
El Augusta National no supera los 300 miembros y hasta Bill Gates fue rechazado; el torneo no tiene auspiciantes y las cifras en juego son un misterio
AUGUSTA (De un enviado especial).- Las puertas de acceso al Augusta National, a las 7, funcionan como una especie de gatera. Ni bien se escucha el anuncio de que se puede ingresar a ver la primera vuelta del Masters, la multitud, armada con sus sillas desplegables, avanza lo más rápido posible. Dejan atrás los estrictos controles (ni cámaras ni celulares) y se zambullen en el club buscando el mejor lugar para instalarse. Una vez que alguien ponga la silla en su pequeño territorio, nadie se atreverá a moverla. Será una platea natural para toda la jornada en lugares exclusivos como el tee del 1 o el green del 12.
Como toda ciudad pequeña que alberga una gran cita, Augusta se mueve al ritmo del Masters. Esta semana hace que buena parte de sus 190.000 habitantes cambien de hábito. Muchos pegan carteles en las lunetas de sus autos y los convierten en improvisados taxis. Para los que tienen la fortuna de vivir en los alrededores, el negocio pasa por alquilar sus jardines como estacionamiento. Según la cercanía de las diez puertas de acceso, los precios pasan de 15 dólares a 40, con un plus de 5 dólares en los cuatro días de competencia. No hay otra forma de llegar al torneo que en automóvil. Aquí no cuentan ni los trenes ni los ómnibus, y entonces rinde el negocio del parking , aunque una hora antes de la apertura de las puertas del club la cola de vehículos por Washington Road alcance los 3 kilómetros.
En el Augusta National no existen los auspiciantes y por lo tanto, no hay carpas de hospitalidad de las principales marcas. Algunas empresas lo solucionan alquilando mansiones cerca de la cancha para recibir a sus invitados VIP.
El Augusta National nunca supera los 300 miembros, entre los que se cuenta el presidente de los Estados Unidos en el período que dura su mandato. Ingresar no es una cuestión de dinero, más allá de que la mayoría de los socios son millonarios. Bill Gates puede dar fe de que entrar en el círculo privilegiado no tiene que ver con las finanzas. Fue rechazado varias veces.
A los miembros les gusta jugar con el misterio que envuelve al club, y por eso la información es totalmente restringida, aún en cuestiones importantes como la bolsa de premios. Se sabe que será de US$ 7.000.000, pero sólo mañana, o el domingo por la mañana, se conocerá la cifra exacta. Lo mismo sucede con las cantidades que se mueven detrás del Masters. ¿Cómo hace un torneo de primer nivel mundial para sostenerse sin sponsors, sin carteles en la cancha? Es un lujo que pertenece a los enigmas de este certamen. Los contratos de televisión y el merchandising son los pilares principales, pero las cifras hay que imaginarlas. Lo que paga la TV está guardado bajo siete llaves; la venta de productos del Masters puede calcularse de manera aproximada: a un promedio de 30.000 personas por día que gastan alrededor de 300 dólares cada uno en productos del torneo durante seis días, la suma alcanza los 54 millones de dólares.
Si hay algo que cambia respecto de las tres jornadas de práctica, es la oferta de tickets. Ya no hay más carteles prometiendo pases para el torneo. Las entradas son un tema que confirma la categoría de especial de la institución que organiza el Masters. En ningún otro gran acontecimiento deportivo del mundo es tan difícil alcanzar un boleto. En 1972 se vendieron tickets por última vez, y seis años después se cerró la lista de espera. Es decir que los propietarios de las entradas, unos 35.000 (aquí tampoco hay precisiones del club), las van renovando año a año a un precio aproximado de 120 dólares -esto tampoco es cuestión de dinero-, y esa membresía es vitalicia. En los últimos 40 años, ese tesoro se conserva y se transmite de padres a hijos, aunque se dice que sólo tienen validez por dos generaciones.
Claro que hay excepciones, como las entradas que se proveen a corporaciones para que las ofrezcan entre sus clientes más selectos. Cada entrada está identificada en una base de datos del club, y revenderla o alquilarla es una falta grave que se pena con la quita de la membresía. Algunos se arriesgan, tentados por ofertas que han alcanzado los 10.000 dólares por un torneo. Esto sí es cuestión de dinero.
36 los años que ya transcurrieron sin que se vendan entradas para el Masters
Player, hombre récord
Gary Player comenzó ayer su 51° participación en el Masters y se convirtió en el jugador que más veces actuó en el Major, uno por delante de Arnold Palmer. El sudafricano, que jugó en Augusta por primera vez en 1957 y lo ganó en tres ocasiones (1961, 1974 y 78), ayer anotó 83 (+11) y figura último.
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