Punto de vista. La hora de los chicos
Por Ignacio Turin
Se acerca la primera quincena de enero, el tiempo acéfalo de competencias y emociones futboleras. El período en que los futbolistas terminan las vacaciones y preparan los físicos para una temporada cargada de exigencias y presiones, porque un mes después algunos tratarán de quedarse con el título del Clausura y otros intentarán lo imposible para escaparle al temido descenso. En medio de la pretemporada, los torneos de verano y el tradicional duelo entre River y Boca le pondrán color al calor que se vivirá en la costa o en la montaña. El fútbol se meterá diariamente en cada casa hasta provocar el hartazgo femenino y los bruscos cambios de sentimientos masculinos se pondrán a tono para iniciar un año renovado de ilusiones.
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Pero el ´99 no comenzará a rodar con los tradicionales triangulares. El último verano del milenio tendrá una atracción de lujo para quienes estén en Mar del Plata o en cualquier lugar del país con un televisor encendido y que, créame, eclipsará a los mismísimos clásicos entre los equipos grandes: el Sudamericano Sub 20.
La presencia del equipo argentino tendrá más de un motivo para atrapar la atención de propios y extraños. En primer lugar, porque será dirigido por José Pekerman, el hombre que gracias a los triunfos, al juego que desplegaron sus equipos y a la disciplina que tuvieron los jugadores, fue elegido por los hinchas, futbolistas, dirigentes y periodistas para reemplazar a Daniel Passarella en el seleccionado mayor. Por primera vez, Pekerman será local en un torneo oficial y con toda seguridad contará con el apoyo unánime de la gente.
Pero seamos sinceros, Pekerman no estará dentro del campo de juego vistiendo por primera vez la indumentaria Reebok para divertir a los espectadores, sino que esa sana tarea la tendrán sus elegidos. El dará las órdenes desde el banco de suplentes y ellos intentarán hacer cómplices a los presentes de las diabluras que se les ocurran con la pelota. Los encargados de tamaña iniciativa serán Pablo Aimar, Daniel Montenegro, Sixto Peralta, César La Paglia, Adrián Guillermo, Luciano Galletti, Esteban Cambiasso y Aldo Duscher, jugadores que hablan el mismo dialecto futbolístico, ese con el que tanto se identifica el hincha argentino. El solo hecho de mencionarlos, provoca seguramente, envidia a cualquier entrenador, porque pese a que ninguno de ellos no sopló aún las 20 velitas, la gran mayoría ya tiene una historia en el fútbol de nuestros días.
Montenegro fue elegido la revelación del Apertura; Aimar se destacó en medio de la mediocridad de River y defenderá el Botín de Oro que ganó en el último Sudamericano de Chile; Peralta, junto con Montenegro, son la esperanza de los hinchas de Huracán para no perder la categoría; La Paglia resultó un reemplazante de lujo para el Boca campeón; Guillermo brilló en la últimas fechas con Boca; Galletti se ganó la titularidad y el corazón de los hinchas de Estudiantes; Cambiasso resultó la figura del opaco Independiente y Duscher es la gran ídolo de Sporting, que pelea por el título del campeonato portugués.
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Fiel a su estilo, Pekerman juntó futbolistas que satisfacen su paladar futbolístico. Ahora sólo resta que la presión de ser locales y el hecho de cargar con un nombre de peso no les juegue en contra como le sucedió a aquel Sub 23, que disputó el Preolímpico del ´92 con promesas como Latorre, Flores, Carranza, Gamboa y Gancedo.
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