La ida de un mito y el cierre del glorioso ciclo de Vélez
Chilavert viajó para incorporarse al Racing Strasbourg; debutaría el sábado, ante Toulouse
Era mucho más que el arquero de Vélez. Era el último y desafiante custodio del ciclo más glorioso de la historia del club de Liniers, el que nació en 1993, con la conducción de Carlos Bianchi. Era el último ídolo de su hinchada. La transferencia de José Luis Chilavert al Racing Strasbourg, de Francia, es la ida de un jugador que alcanzó la dimensión de mito con su perfil multifacético. Porque fue un ganador y también un mal perdedor. Víctima y victimario. Profesional e irreverente. Líder y autoritario. Apoyo para compañeros y motivo de irritación para adversarios. Arquero-goleador como nadie y arquero-conflictivo como pocos.
Este personaje que dispara pasiones y odios dejó de pertenecer al fútbol argentino desde ayer por la tarde, cuando junto con el presidente de Vélez, Eduardo Mousseaud, viajó a Francia para incorporarse a un equipo que está lejos de integrar la elite europea. Si aprueba la revisión médica, debutará el sábado próximo, ante Toulouse. Por la tarde, cerca de un centenar de hinchas de Vélez lo despidió en Ezeiza. "Gracias por todo" , fue la respuesta al paso del guardavallas paraguayo.
Si bien no hubo cifras oficiales sobre el pase, la operación rondaría los US$3.000.000, aunque el monto que llegaría a Liniers sería escaso, ya que 2.100.000 los embolsará Chilavert por los dos años y medio de contrato que le adeuda el club. "Le regalo a Vélez la deuda", dijo el arquero, cuando en realidad la está saldando con el pago de los franceses. "En caso de una futura venta, Vélez recibirá el 40 % del total", expresó Mousseaud.
Con la intermediación de Omar Da Fonseca, ex jugador de Vélez y representante del Racing, ayer por la mañana hubo febriles negociaciones para llegar a un acuerdo. Chilavert cuestionó a Juan Carlos González, vicepresidente de Vélez: "Si esta operación no se hacía, le iba a iniciar un juicio. No tiene altura para una operación de este tipo". Según versiones -admitidas por Mousseaud-, el pase se precipitó porque es inminente el fallo judicial que inhabilitaría al arquero por 13 meses para jugar en la Argentina, a causa de los incidentes de 1994 ante Gimnasia. Chilavert minimizó esa posibilidad: "Puedo apelar, y todo demandaría 3 o 4 años más".
Esgrimió otros motivos: "Se me hace difícil caminar por Buenos Aires. Voy con mi pequeña hija y los hinchas rivales me insultan. Es el momento de irse. Sacar a mi familia para que pueda disfrutar".