La lucha contra el doping
Diversas entidades apuntan a desterrar el gran inconveniente que sufre la natación
Cuando el tema del doping en la natación parecía circunscripto a las continuas y bien fundadas sospechas acerca del rendimiento de las nadadoras chinas, cuya nueva generación encabezada por Yan Wu y Ying Shan parece hoy en camino de reemplazar a las figuras más veteranas como Yingyi Le y a las 20 suspendidas en los tres últimos años por ingestión de diversos estimulantes prohibidos, un nuevo y espectacular escándalo sacude a la natación mundial en Alemania, precisamente el país que más intentó combatir el doping en los últimos años y que, junto con los Estados Unidos, solicitaba mayor dureza de la Federación Internacional en sus sanciones.
Luego de versiones que circularon en los últimos meses después de los Campeonatos Europeos de Sevilla, el fiscal de Berlín, Martín Hillebrand acusó ante los tribunales a cuatro de los más reconocidos entrenadores nacionales de desarrollar un programa de dopaje con varios de los mejores nadadores alemanes y solicitó su procesamiento y detención.
El caso giró rápidamente de los tribunales comunes a lo penal, con la intervención en la investigación del mismo jefe de policía de la ciudad de Berlín, Matthias Graichen, quien expresó que podría fijarse con facilidad el delito de lesiones físicas a los nadadores ante las secuelas provocadas por el consumo de anabólicos y otras drogas.
Tres de los involucrados, Volker Frischke, Gerd Essler y Dieter Lindemann, han sido los últimos entrenadores de la megaestrella alemana, Franziska van Almsick, quien a pesar de una floja temporada, renovó contratos para 1998 por 5.000.000 de marcos , lo que la convierte en la nadadora mejor paga del mundo, incluso por encima del excepcional Alexander Popov.
Van Almsick, que fue sometida en el último año a 22 controles antidoping en entrenamientos y competencias, todos con resultados negativos, no logró evitar ser salpicada por el escándalo que podría derivar en cárcel efectiva para los implicados.
Todo comenzó cuando Stefan Zesner, integrante del relevo alemán de 4x200 libre en l os campeonatos de Sevilla denunció que Essler y Lindemann le dieron durante el período previo a la competencia alrededor de veinte pastillas que él, en vez de ingerirlas las guardó, y que hoy representan uno de los elementos más contundentes de la fiscalía.
Al mismo tiempo también se agitaron los fantasmas del pasado cuando Christina Knacke, la primera nadadora que superó la barrera del minuto en los 100 mariposa, compitiendo por la ex Alemania Oriental, denunció a Rolf Glaeser y a Lindemann, actuales directores del centro de rendimiento de Berlín, de haberle suministrado desde los 13 años, y durante 10 temporadas, entre cinco y diez pastillas diarias de anabólicos, que aún hoy les provocan a ella y a su pequeña hija grandes trastornos de salud. Knacke es uno de los principales testigos de la continuidad de los sistemas de doping, en los que los médicos y entrenadores aún en actividad, decían a los deportistas, muchos de ellos apenas niños, que lo que tomaban era "sólo vitaminas", causando así gravísimas secuelas para su salud.
En tanto, el influyente ejecutivo de la Asociación Mundial de Técnicos, el norteamericano John Leonard, quien recientemente pidió la desafiliación de China de la Federación Internacional luego de los escándalos suscitados durante el mundial de Perth, realizó una propuesta que considera la alta dirigencia. La toma de las muestras de sangre de los ganadores en todas las pruebas olímpicas y mundiales y su preservación, congeladas durante un lapso mínimo de 5 años, con el propósito de que las substancias que no pudieran ser detectadas por los medios hoy disponibles, sean testeadas en el futuro con nuevas tecnologías y los infractores suspendidos y descalificados, aún después de años de haber ocurrido el hecho. La medida, de ser aceptada por la FINA y otras federaciones deportivas, puede significar un golpe mortal contra el doping organizado y sus numerosos adeptos.
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