La pasión no tuvo límite
ROSARIO.- El termómetro de la pasión no tuvo medida para abarcar lo que sintieron los corazones canallas. Que sufrieron, gozaron y vieron cómo la ilusión del campeonato se les escapaba de la mano. Que luego revivieron con los dos goles de los primos del Bajo Flores, pero que terminaron instalando al fin y al cabo una fiesta inolvidable.
Es que, además, el 19 de diciembre es una fecha patria para los de Arroyito. El histórico gol de Poy de palomita a Newell´s en la cancha de River en 1971 y el triunfo de la Conmebol frente al Atlético Mineiro forman parte de su pasado glorioso. Ayer, la mística no alcanzó para el milagro, pero Central dejó en claro su estirpe de grande.
La gente fue llegando a la cancha con la alegría a flor de piel. Con camisetas de todos los talles y modelos y con las fotos estampadas de Fito Páez, de Olmedo, de Poy y del Che Guevara. Tampoco faltaron las camisetas de sus viejos amigos de San Lorenzo -justamente el juez en todo esto- y Chacarita.
Después comenzaron a colgar los trapos y a dar muestras de amor interminables. Si días atrás la popular de Central colgó una bandera en la que le agradecía al técnico la clasificación para la Copa Libertadores, ayer fueron más allá. El "Perdón Bauza" -como aquel destinado a Carlos Bilardo tras la obtención del Mundial 86- fue el punto de partida de una comunión entre Bauza, sus jugadores y la gente que, en verdad, tardó en cristalizarse.
El gol de Maximiliano Cuberas puso a la gente al borde del éxtasis y los goles de River aplacaron la euforia momentáneamente. Cuando todo parecía terminado, Bernardo Romeo empujó a la red del Bajo Flores el posible milagro canalla. Y esos goles se gritaron tanto o más que el tanto del rubio volante. El tiempo no alcanzó, como tampoco hubo espacio para la tristeza.
Minutos antes, el empate final que llegaba desde la Bombonera fue la excusa perfecta para que el alma de la gente no entrara en sus cuerpos. Demasiados momentos de intensa felicidad para contarlos minuto a minuto.
Las camisetas reboleadas al viento, el constante recuerdo a Newell´s y el "soy canalla" cantado hasta la disfonía fueron los puntos más emotivos de una tarde vivida con los ojos en el Gigante de Arroyito y el corazón en el Bajo Flores.
Los hinchas también enloquecieron con el arbitraje de Angel Sánchez y el agua de color marrón con las que los bomberos regaron la popular para refrescarlos.
La caravana a la salida del estadio fue interminable, como imitando a los tradicionales carnavales cariocas. Los bocinazos, que se escucharon hasta la madrugada, el grito de los hinchas -asomados por las ventanillas de los colectivos y los automóviles- cubrieron de punta a punta la ciudad, que por ese entonces ya estaba teñida con los colores amarillo y azul.
Cuando al partido sólo le quedaban segundos, el cuerpo técnico y los suplentes se abrazaron al borde del terreno de juego. Allí tampoco se pudo medir la temperatura. Es cierto, el campeonato quedó en Núñez por un punto. Pero en la tabla de la pasión Central se ganó un lugar más que importante.
Silbidos para Sánchez
ROSARIO.- Apenas se conoció la designación de Angel Sánchez como árbitro del encuentro, los hinchas, los dirigentes y los jugadores de Central expresaron su malestar, pues en el último clásico con Newell´s, el juez convalidó el gol del empate leproso tras ignorar una clara infracción de Germán Real a Darío Marra. Además, con Sánchez como referí, Central llevaba seis partidos sin ganar. Con estos antecedentes, los hinchas increparon al árbitro apenas llegó al estadio y tras la acertada expulsión de Pizzi silbaron cada una de sus determinaciones en favor de Vélez, mientras que lo aplaudieron irónicamente cuando favoreció al local.
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