Las dos caras de Riquelme
El armador argentino participó de los goles argentinos en el primer tiempo; en el segundo, se perdió en el campo de juego
La primera pelota que tocó fue a los dos minutos, un tiro libre que cruzó el área y se fue por línea de fondo. La lupa estuvo bajo Riquelme, que tuvo un buen primer tiempo y se quedó en el segundo.
Cuando la Argentina no tenía en su poder la pelota, Román se recostaba sobre la izquierda y ya con la pelota en los pies era siempre el eje.
Antes de los diez primeros minutos, tuvo una charla con Crespo para ajustar algunos detalles de sincronización en ofensiva. Riquelme le mostró con los brazos cómo debía y moverse y el delantero asintió con la cabeza y le dio el visto bueno.
A los catorce minutos fue él quien ejecutó el córner que Ayala cabeceó solo y que el arquero sacó de adentro del arco (el árbitro no lo sancionó). Riquelme jugó el primer tiempo sin una marca fija, cuando el equipo tomó posesión del balón se movió con libertad.
Los goles llegaron tras pases suyos. Fue de un centro ejecutado por él desde donde nació en primer gol: tras el rebote apareció Crespo. El segundo tanto fue una exquisita habilitación en cortada para Saviola.
A los cuarenta y dos minutos probó un un córner olímpico que se cerró demasiado y terminó en saque de arco.
En los primeros minutos del segundo tiempo intentó habilitar a Sorin y un defensor cortó justo. El capitán se acercó hasta Roman y chocaron las manos dándose aliento. Hasta allí, un Riquelme atento.
Pero con el correr de los minutos se perdió con el equipo. Durante la mayoría del segundo tiempo estuvo ausente. No fue el conductor que el conjunto necesitó. Perdió la pelota en varias oportunidades y no fue preciso en los pases.
"Esperá, esperá", le dijo a Lucho González en un contraataque. Román marcó un ritmo de juego lento en la segunda parte, pero con no mucha reacción.
Cuando faltaban diez mintutos, Pekerman le preguntó si estaba bien. El 10 hizo gestos de querer seguir en la cancha. Pero Pekerman no lo decidió así y puso a Pablo Aimar a dos minutos del cierre.
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