Emmanuel Ledesma: de no tener para el colectivo a jugar contra Rooney e Ibrahimovic
A los 30 años, el delantero juega en Cincinnati; dejó la prenovena de Boca por falta de dinero y el fútbol lo llevó por varias ligas del mundo
"Tengo apenas 30 años, pero con todas las cosas que me pasaron mi vida ya da para más de un libro". Quizás exagere un poco Emmanuel Ledesma, nacido y criado en el barrio El Sol de Berazategui, hincha de Boca y admirador absoluto de Juan Román Riquelme, futbolista zurdo de profesión y trotamundos por obligación. Su carrera, que se escapa de todos los cánones comunes, ha conocido los altibajos más variados y los vestuarios menos esperados en distintas categorías de Italia, Inglaterra, Grecia y Estados Unidos, pero este año, por fin, está conociendo su tiempo de revancha. Desembocó en la cotizada y glamorosa MLS norteamericana y el presente le sonríe. Sí, quizás exagere un poco, aunque tal vez no demasiado…
Las preguntas, en todo caso, se amontonan: ¿Quién es Emmanuel Ledesma? ¿De dónde salió? ¿Cómo llegó a ser delantero en una liga donde los delanteros son celebridades como Ibrahimovic y Rooney , o jóvenes ya consagrados como el Pity Martínez o Ezequiel Barco ? Las respuestas se enredan a través de mil vericuetos.
Cuarto y último hermano de una familia muy humilde, el Anguila creció en un entorno muy semejante al de otros chicos que gracias al fútbol huyen del oscurísimo túnel que les propone la realidad. "Mi papá era alcohólico y se peleaba mucho con mi mamá. La policía tenía que venir la mayoría de las noches y me acuerdo que terminábamos durmiendo con mi mamá en la comisaría. Hasta que se separaron cuando yo tendría 6 o 7 años. Ya en esa época la pelota era mi cable a tierra, mi vía de escape".
Nadie podía imaginar los caminos que el destino le tenía preparado para transitar.
Emmanuel Ledesma comenzó a jugar de manera más o menos organizada en el Club Social y Deportivo Voluntad, un nombre que ya es toda una declaración de principios. Con esa misma voluntad a cuestas llegó un buen día a la prenovena de Boca. Gustó, y el célebre Ramón Maddoni que lo entrenaba en unas canchitas de Pompeya le repetía: "Pibe, vos no faltés nunca que tenés condiciones". Emmanuel hizo caso hasta que el vecino que lo llevaba y traía en su auto cambió de lugar de trabajo y la idea de continuar en el club de sus amores pasó a ser un recuerdo. La siempre escuálida economía familiar no permitía el ida y vuelta cotidiano en colectivo.
¿Quién le iba a decir en aquel momento a ese enganche prometedor y de excelente pegada que la lista de sus equipos iba a estar formada por nombres que por entonces le eran totalmente desconocidos? Genoa, Queens Park Rangers, Middlesbrough, Novara, Crotone, Brentford, Walsall, Salernitana, Panetolikos, New York Cosmos y algunos más hasta aterrizar en el FC Cincinnati la temporada pasada.
"Estar moviéndome todo el tiempo de acá para allá fue lo único que me molestó, pero viajar me hizo aprender y conocer. Hoy hablo un inglés fluido, un italiano perfecto y algo de griego", cuenta a través del teléfono desde la lejana Ohio: "He tenido la suerte de vivir en Londres, en Roma, en Génova o cerca de Milán, todas ciudades hermosas en las que fui aprendiendo Historia solo por estar ahí y visitar sus monumentos, sus palacios o sus parques. Jamás hubiera estudiado para saber las cosas que ahora sé".
Ledesma comenzó su peculiar vuelta al mundo a los 17 años gracias a una prueba que le ofrecieron en el Vicenza italiano. "Viajamos con Christian Fernández, otro chico de Defensa y Justicia un par de años mayor que yo. Los dos solos y con la idea de divertirnos. Hoy los pibes de 15 ya saben cómo viene la mano, nosotros solo queríamos jugar y pasarla bien", relata.
Pero antes y después, la ruta conoció un sinfín de escollos. Desde un técnico de la novena de Estudiantes que le aconsejó dedicarse a otra cosa –"El fútbol no es para vos", fue su sentencia- hasta una depresión cuando se incorporó al Panetolikos griego. Desde una convocatoria frustrada a la selección Sub17 que dirigía Hugo Tocalli porque se había fracturado el codo el día anterior jugando en el potrero con sus amigos hasta el llanto cotidiano de los primeros meses de soledad en Italia. Desde los ínfimos 50 dólares por semana que cobraba en Génova hasta el momento en el que estaba sin club en 2011 y le comunicó a Lucas Cominelli, su representante, que lo dejaba todo porque necesitaba dinero y había conseguido un trabajo de chofer en una línea de colectivos. "Los tiempos complicados te hacen más fuerte", afirma ahora que todo pasó y vive el tiempo de la consolidación.
"A la vuelta de mi casa", recuerda Emmanuel, "corrían el alcohol y la droga. Pude haber salido chorro o cualquier cosa, pero no. Un día, a los 16 años, estábamos con un grupo tomando cerveza y cuando me la pasaron y me iba a poner a tomar un amigo más mayor me pegó un cachetazo en la nuca. ‘Nene, soltá eso que vos tenés que jugar a la pelota’, me dijo. Le hice caso y siempre le voy a estar agradecido".
Con sus goles y sus asistencias, Ledesma fue figura en el Queens Park Rangers, donde los hinchas lo homenajearon con una remera de edición especial, y en el Middlesbrough de Inglaterra –"ahí tuve al español Aitor Karanka de técnico, el entrenador que más me enseñó", asegura-. No le fue tan bien en Grecia, "una liga rara en la que los grandes reciben muchos beneficios arbitrales. Vivíamos en Agrinio, una ciudad muy fea, y teníamos problemas para cobrar. Lo pasamos mal, y eso que era Primera División. Pero nada que ver con el nivel de la Championship inglesa".
Por entonces, su último intento de regresar a casa ya había quedado lejano. Volvió a Defensa y Justicia en 2011, cuando el club estaba en la B Nacional, pero apenas jugó y rescindió su contrato seis meses después. La decepción le hizo cerrar el capítulo de la Argentina: "No me planteo jugar allá. Todo es un caos, peligroso para uno y para la familia. Piensan que porque sos jugador de fútbol ganás fortunas", reflexiona, y la voz expresa más convencimiento que amargura.
El horizonte que se le presenta en la MLS es bien distinto. Instalado en Cincinnati con Jessica, su pareja desde hace una década, y sus dos hijos, a Emmanuel le llegó el momento de disfrutar. "Acá la gente sigue el fútbol como un espectáculo, te tratan bien y te dejan vivir tranquilo. Mi mujer ya hizo algunas amigas, mi hijo mayor (Benjamín, 6 años) empezó el colegio y el menor empezó el jardín". El nombre del más chiquito, de 3 años, es llamativo. Se llama Bastian, "por Schwensteiger, un volante fuera de serie. Estoy esperando que juguemos contra Chicago Fire para pedirle la camiseta y guardársela a mi pibe".
Aunque llegar a este punto tampoco fue fácil. El periplo norteamericano de Ledesma arrancó hace dos años, cuando después de la experiencia griega surgió la posibilidad de firmar por tres meses con el New York Cosmos, participante de la North America Soccer League, un torneo de relevancia secundaria. "El director deportivo era Luke Sassano y ese día le dije que yo había ido a Estados Unidos para jugar en la MLS". Al año siguiente, Sassano se fue a Cincinnati, que estaba en Segunda, y se llevó con él al argentino de Berazategui. Demoró apenas una temporada en cumplir aquella promesa.
El 17 de marzo pasado, en el minuto 85 de un partido que estaba definido contra los Portland Timbers (3-0), Emmanuel Ledesma se dio el gusto de debutar en una liga de trascendencia internacional. Una semana después, contra New England Revolution, fue titular. Su actuación mereció una nota de 7, pero una molestia en los isquiotibiales le impidió terminar los 90 minutos y lo obligó a parar en los siguientes encuentros.
La lesión ya es lo de menos. El pibe al que la mamá le pedía por favor que resistiera los días de soledad en Génova –"No quería que repitiera la historia de mi hermano. Él jugaba en la reserva de Independiente y fue a probarse en el Parma. Quedó, pero se volvió porque extrañaba a la novia"-ya sabe que triunfó, que le clavó a la realidad un golazo en el ángulo como los que suele marcar de tiro libre. Por eso ahora a Emmanuel Ledesma ya solo le preocupa una cosa: saber en cuántos libros caben sus ajetreados 30 años de vida.
El pibe de la suerte: ascendieron varios de los equipos en que jugó
"Me di cuenta de eso hace un tiempo y lo hablaba con mi mujer. ¡Soy el ekeko!", dice Emmanuel Ledesma. Sus argumentos tienen asidero: la mitad de los equipos en los que jugó logró ascender a primera división tiempo después.
- En Defensa y Justicia disputó sus únicos 31 minutos en la Argentina. Fue en 2012, y el Halcón accedió a la A en 2014.
- Fue figura en 2008 del Queens Park Rangers, que demoró tres años en llegar a la Premier.
- Anduvo por Novara en 2010 y el conjunto piamontés volvió a la Serie A tras 55 años de ausencia doce meses después.
- Pasó por el Crotone y los calabreses subirían a la máxima categoría por única vez en su historia.
- Lo mismo ocurrió en Middlesbrough y Brighton.
- Y el año pasado en Cincinnati, con la única diferencia de que en este caso Ledesma fue parte del título en 2a y se quedó a gozar el dulce sabor de jugar entre los grandes.