Los Pumas: jugar con la cabeza 80 minutos... y de cabeza en cada pelota
OSAKA, Japón.– Han sido horas intensas las vividas por los Pumas en la concentración del lujoso hotel New Otani, a orillas del Neya, el río que va apareciendo por distintos paisajes de una Osaka que ostenta multitudes de torres de cemento y de vidrio y luces de neón que hacen que la noche parezca de día. El lastre de la derrota con Francia en Tokio en el debut en el Mundial de rugby instaló el mismo lunes de la llegada a esta ciudad un mosaico de sensaciones que se vistieron de bronca, fastidio, frustración, tristeza, enojo y, por último, esperanza. Quizás el cóctel de todos estos estados hizo impacto en la práctica del miércoles en la cancha de Red Hurricanes. En honor al nombre del lugar, fue como un huracán de furia roja. Se golpearon como si estuviesen jugando la final del mundo. Tanto, que un par de veces el staff tuvo que ponerles freno. No hay que buscar nada raro en esto. Cada vez que se viene de una caída dura, nadie afloja en el entrenamiento en el cual se definen los 23, pero especialmente los 15. Es una señal de supervivencia.
El encuentro de mañana al mediodía –la madrugada argentina– será crucial para saber en cuál estado de todos los mencionados están los Pumas: si en la esperanza o en la frustración. No hay términos medios para lo que aparece por delante. La lógica está del lado de los argentinos si se comparan nombres, preparación e historia. Pero si después de lo que pasó y de cómo se jugó el equipo no levanta el nivel más allá de lo que fue el segundo tiempo con Francia, entonces habrá espacio para una sorpresa. Algunas incógnitas que andan dando vueltas pueden darle lugar a ese factor.
Mario Ledesma decidió que sean titulares cuatro de los siete jugadores que ingresaron en el segundo tiempo. En ese enroque, saca del XV nada menos que al capitán en el período 2014-2018 y que este sábado puede igualar el récord de test con los Pumas de Felipe Contepomi (Agustín Creevy) y al goleador histórico del seleccionado (Nicolás Sánchez). Pero los deja entre los 23. Eso también hay que mirarlo. Hoy los equipos ya no son más de 15; los que vienen del banco también son decisivos. Sin embargo, hay que ver lo que resulta de esta movida.
Al igual que antes de Francia, Ledesma cree que en lo que no se puede fallar es en lo mental. Y para completar el concepto subraya una definición de Sergio Hernández, entrenador del seleccionado de básquetbol reciente subcampeón del mundo en China: "Este equipo aprendió que la derrota es parte del juego". O sea, que no se desmorona si pierde. Así dejó entrever que esto es lo que le pasa a los Pumas. O al menos lo que les ocurrió con Francia.
No le falta razón. El equipo, después de unos muy convincentes primeros 10 minutos, se empezó a desconcentrar cuando Fickou y Penaud empezaron a pisar hacían adentro, que era lo que los argentinos habían estudiado una y mil veces. La seguidilla de derrotas generó un viento de cola que sopla cada vez que aparece un inconveniente. También, como el sábado, cuando se está cerca del triunfo. Hay, sin dudas, un tema mental. Este sábado eso será lo primero que esté en juego. Esta Copa del Mundo tiene un patrón: los grandes liquidan sus pleitos en los primeros 30 minutos. No dan lugar a que se meta ninguna sorpresa. Imponen autoridad desde el kick-off. Los Pumas deberían hacer lo mismo con Tonga.
Se les cree a los jugadores cuando dicen que tienen a Tonga en la cabeza y no a Inglaterra. Sienten que están en deuda con ellos mismos y nada mejor que saldarla con el primero que se les cruce. Después, si todo va bien, habrá que ir por la hazaña –a esta altura así se calificaría una victoria contra Inglaterra– para mantener vivas las posibilidades de clasificación a los cuartos de final.
Este es un partido exclusivo de los jugadores, incluso por encima de las tácticas diseñadas por el staff. Impensado que sea con Tonga, porque estaba dentro de las posibilidades perder con Francia, pero no por cómo ocurrió. Depende de ellos, como afirmó el capitán Pablo Matera. Tendrán que ser 80 minutos jugados con la cabeza. Y de cabeza en cada pelota.
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