Opinión. Lucho juega a lo Verón
ATENAS.- De aspecto inexpresivo, apocado, Lucho González se transforma dentro de una cancha. Su fútbol es atractivamente coral, luminoso. Flaco y desgarbado, llena el terreno con sentido de la ubicación, oportunismo y solidaridad. Por cierto, a este seleccionado argentino olímpico no le están faltando hombres destacados, desequilibrantes con la pelota y macizos para recuperarla. Se puede tomar cualquier sector del equipo y allí se encontrarán individualidades merecedoras de elogios.
Pero vale la pena reparar en Lucho González, que hace más de un año llegó al seleccionado para quedarse y desarrollar una fructífera carrera. El volante de River es el nuevo vagacampista de los conjuntos de Bielsa, al que se le da una gran libertad de movimientos porque sabe hacer uso de esa prerrogativa. No son muchos los futbolistas que están capacitados para esa función, porque es fácil confundir libertad con desorden y desubicación.
Si se quiere la analogía, Lucho es el nuevo Verón: un jugador de apoyo constante. Sin el carisma de aquél, pero con unas condiciones en pleno ascenso. Nunca pierde la brújula e interpreta muy bien el juego. Suele arrancar cerca de Mascherano y se mueve con mucha comodidad y ductilidad en el juego interior, de entrelíneas. Toca y descarga. Va a buscar y vuelve. Recupera posiciones y es un auxilio considerable para el quite. En los Juegos se lo vio en más de una oportunidad llegando a la marca de un rival que había superado la línea de los volantes.
Cuando encara hace daño porque es profundo y no le quema la pelota en las zonas calientes. Su polivalencia lo convierte en una de las piezas más interesantes de esta renovación generacional que pide paso y consideración en el seleccionado. Por si fuera poco su potencial, también tiene gol. No en grandes cantidades, pero sí en dosis lógicas para un volante. En los Juegos no había podido marcar y ayer cubrió ese casillero, eyectado en un contraataque para tomar una asistencia de Tevez y romperle el arco a Pelizzoli con un derechazo. Así terminó de cubrir el espectro de un volante influyente, vertebral para el funcionamiento. Jugando a lo Verón, sin pretensiones de imitarlo, pero con el mismo espíritu del vagacampista .
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