Movilizaciones, protestas y huelgas marcan el ritmo
Se registraron reclamos en muchas ciudades, escraches a tres constructoras de estadios y paro del servicio de ómnibus
RÍO DE JANEIRO (Para La Nacion).- Con la cercanía del Mundial de fútbol, una ola de huelgas y movilizaciones sociales se está apoderando de Brasil, que ayer enfrentó una violenta paralización del servicio de colectivos en Río de Janeiro y bloqueos de calles en San Pablo, con escraches a tres empresas constructoras de los estadios mundialistas.
Los casi cuatro millones de personas que normalmente utilizan el sistema de ómnibus de Río fueron sorprendidos por el paro el servicio en la mañana. Una parte del sindicato de conductores de buses se había negado anteanoche a aceptar el acuerdo de reajuste salarial firmado el mes pasado entre el gremio y la empresa Rio Onibus, y decidió llamar a una huelga de 24 horas para exigir un aumento mayor de sus sueldos.
Mientras la gente hacía largas filas en espera del transporte hacia sus lugares de trabajo, los huelguistas comenzaron a apedrear y atacar con palos los colectivos que sí estaban funcionando. Unos 467 buses de los casi 90.000 que hay en la ciudad fueron depredados en medio de escenas de confusión y temor por la violenta intimidación.
"Esta es una actitud criminal. Es pésimo para la imagen de Río de Janeiro, principalmente por la proximidad de la Copa", señaló Otacílio Monteiro, vicepresidente de Rio Onibus, quien resaltó que se había combinado con el sindicato adelantar las negociaciones salariales para evitar problemas durante el Mundial, que comenzará el 12 del mes próximo.
Escenario de la final de la Copa, el 13 de julio, Río será una de las ciudades-sede que más visitantes reciba durante el torneo; la Secretaría de Turismo estima que pasarán por la Cidade Maravilhosa unos 460.000 brasileños y unos 90.000 extranjeros.
"Temo que esto (el conflicto sindical con los colectiveros) pueda arrastrase hasta el Mundial", advirtió el presidente de la Asociación Comercial de Río de Janeiro, Aldo Gonçalves, para quien un problema así en la movilidad urbana sería muy perjudicial para la economía de la ciudad, la segunda más grande de Brasil.
En tanto, los residentes de San Pablo tampoco tuvieron un día tranquilo. Unos 1500 activistas del Movimiento Sin Tierra (MST) y del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MSTS) realizaron varios cortes de calles al inicio de la jornada, generando gran caos en el tránsito matinal. Luego se dirigieron a las sedes de tres compañías -Odebrecht, Andrade Gutierrez y OAS- que tuvieron a su cargo la construcción de varios estadios mundialistas, para quejarse de sus "jugosos negocios" con la FIFA y el gobierno, y demandar fondos públicos para viviendas.
"Esto es un acto político. Pretendemos hacer otros semejantes hasta la Copa", resaltó Guilherme Boulos, uno de los líderes del MSTS, mientras sus seguidores portaban carteles en los que se leía "La Copa de las empresas. El poder es del pueblo".
En Belo Horizonte, Salvador y Curitiba, integrantes de estos movimientos sociales protagonizaron marchas similares, pero con menos cantidad de personas. Distintas a las protestas masivas espontáneas que surgieron en junio del año pasado, justo antes de la Copa de Confederaciones, en reclamo de mejores servicios públicos y en contra del despilfarro de dinero para las obras del Mundial, esta ola de huelgas y marchas más organizadas preocupan al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff a 35 días de que se dé el puntapié inicial del campeonato futbolístico. Se teme las consecuencias que podría tener si a estos movimientos sindicales y sociales se le agregan los grupos anarquistas como los de los Black Blocs, que acabaron por adueñarse de las protestas del año pasado. La tensión va in crescendo y ya para la semana próxima hay anunciadas huelgas de maestros también.
Por eso, ayer mismo, en su visita a San Pablo para inaugurar la Arena Corinthians, donde se celebrará el primer partido mundialista, entre Brasil y Croacia, Rousseff accedió a reunirse con unos representantes del MST y el MSTS y les prometió prontas soluciones.
"La gente tiene derecho a hacer reivindicaciones, pero no podemos tolerar el vandalismo. Los delitos tienen que ser castigados rigurosamente", advirtió el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, quien trabaja en un plan de contingencia ante la eventualidad de que más grupos aprovechen el Mundial como factor de presión frente a las autoridades.
Anteayer, agentes de la Policía Federal amenazaron con ir a huelga durante la Copa y le dieron al gobierno hasta fin de mes para atender sus reclamos salariales. Una paralización de sus actividades generaría una gravísima situación: más allá de las fronteras terrestres y marítimas, la Policía Federal vigila la entrada y salida de personas a través de los aeropuertos internacionales, por donde se espera que ingrese la gran mayoría de los 600.000 visitantes extranjeros que llegarán el próximo mes a Brasil.
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