Mundial 2027: el factor voluntarios y los estadios

Hay un conglomerado en los Mundiales de rugby que es clave y que no pertenece a ninguno de los factores que se mencionan habitualmente: los voluntarios. Son miles de mujeres y hombres, veteranos y jóvenes, que sin cobrar un peso están al servicio permanente de jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes, público y periodistas. Siempre con una sonrisa, dispuestos a ayudar en lo que sea y con un agregado que los hace aún más especiales: no tienen acceso a ninguno de los partidos. O sea, son parte esencial de un Mundial pero no lo ven; a lo sumo, lo miran a través de la televisión.

El factor voluntarios, que no corresponde a ninguna de las variables conocidas (geografía, economía, historia, política), es uno de los primeros que hay que responder a la hora de querer organizar una Copa del Mundo de rugby. En las dos últimas, especialmente, en países poderosos en rugby (Nueva Zelanda e Inglaterra), ese aporte fue maravilloso. Gente que ayuda sin pedir nada a cambio, porque lo único que reciben es un uniforme y una vianda para satisfacer el apetito, y que, entre otras cosas, son las que mantienen las salas de prensa de mañana a noche en cada una de las sedes y de los estadios.

Quizás a veces sea posible tener estadios, clubes, dinero y apoyo político, pero no es sencillo conseguir miles de voluntarios. La Argentina tendrá un acercamiento a ese factor cuando en 2018 se lleven adelante en Buenos Aires los Juegos Olímpicos de la Juventud, pero habrá que ver en el tiempo si esa es una medida. O cuál es la medida.

En cuanto a la infraestructura, concretamente a los estadios, si el Mundial se realizara hoy, la Argentina dispone de varios más que aptos, con algún ajuste: La Plata, River, Vélez, y en Córdoba, Salta, Chaco, Mendoza, Santa Fe y Rosario, por ejemplo. Claro que eso es hoy. Habría que ver qué exige el rugby y cómo estará en la Argentina y en el mundo dentro de 11 años, algo difícil de presagiar en medio de este proyecto anunciado ayer.

jb/jt