Objetivo cumplido
Aun con algún susto y muchos altibajos, Ellerstina venció por 15-13 a Pilará y es finalista
Pasó el susto de Indios Chapaleufú II. Pasó el susto de Pilará. Y, especialmente, pasó el susto propio. Los fantasmas quedaron de lado y Ellerstina está donde quería estar y donde, por merecimientos generales, tenía que estar: en la final del 116° Campeonato Argentino Abierto Movistar. Fue con sufrimiento. Demasiado. Por altibajos propios y ajenos. En realidad, se adjudicó el Grupo A de la competencia en un partido marcado por el sube y baja en del dominio del juego. Sea como fuere, consiguió esa diferencia de dos goles que tanto precisaba y, con un agónico 15-13 ante Pilará Piaget, podrá defender su título en Palermo.
Los dos equipos tuvieron muchas coincidencias a lo largo de los ocho chukkers. El principal: una intención de jugar abierto y corrido que potenció el nivel del espectáculo por encima de los aciertos de los protagonistas. Segunda coincidencia: se prestaron lagunas polísticas a cada rato. Ejemplos numéricos: al comienzo del tercer chukker, Ellerstina ganaba 6-2. En la mitad del siguiente, perdía 8-6. Sí, Pilará puso un parcial de 6-0 en su favor, como había hecho Chapaleufú II ante el campeón argentino en su comienzo de 7-0. Lo curioso fue que de ese 8-6 para los azules se pasó a un… ¡13-8 para el campeón argentino!
El polo es un juego muy largo, en el que puede haber muchas variantes en el resultado en el transcurso de las casi dos horas de partido. Pero pocas veces de esta manera tan insólita. Un equipo pasó de un 0-6 a un 7-0, o viceversa. En el quinto y en el sexto chukker, Pilará no hizo goles. Y aunque después mejoró y enderezó su rumbo, resulta mucha ventaja para un equipo con pretensiones de salir campeón del torneo más importante del mundo.
En su peor momento, Ellerstina se apoyó en la solvencia y en la entrega de Juan Martín Nero, cada día mejor jugador. Cuando más lo necesitó, apareció Facundo Pieres, efectivo en los penales y sanguíneo en los momentos más calientes del encuentro. Lo bueno para Ellerstina es que llegó a la final. Lo malo es que en los dos últimos partidos bajó notoriamente su nivel en comparación con lo que había hecho en los certámenes anteriores. Paradójico: en la época de la temporada en la que mejor debería funcionar el cuarteto se produce un descenso en su producción. Igualmente, el objetivo está cumplido: Palermo y la yapa de la Triple Corona están a un paso, a tan sólo ocho chukkers.
La duda está planteada para el futuro. En la final se verá la mejor cara de Ellerstina o la más reciente, la que hace dudar al equipo que un puñado de días atrás no dejaba dudas. Ayer mismo casi se le escapa de las manos el pasaje a la final. En un arbitraje opaco de los jueces, hubo un fallo claro a poco del final: a una falta de Marcos Heguy le correspondió un penal de 40 yardas convertido por Facundo y, en la jugada casi inmediata, una falta prácticamente igual contra Sebastián Merlos derivó en un penal de 60 yardas. Entonces el encuentro estaba 14-12 y Agustín Merlos falló desde esa distancia. Y, para cerrar esta historia de sustos y de miedos, Pilará desperdició una jugada en su favor con la bocha parada cerca de mitad de cancha cuando quedaban 31 segundos, por una pifia de Marcos Heguy.
Por méritos propios que no son los que exhibía antes, pero que aun así le alcanzan. Por fallos ajenos de un equipo que estuvo cerca de cambiar la historia. Por una cosa y otra, Ellerstina logró lo que quería. Palermo espera a este equipo en su último partido por tercer año seguido. La gloria está a un paso. Depende de sí mismo. Con lo bueno y con lo malo.
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