El nombre del día. Roberto Ayala, el que de chico arreglaba la pelota, ahora la rompe
Juan Pablo Varsky Para LA NACION
FRANCFORT.- De chico arreglaba pelotas, un oficio que aprendió de su abuelo Camilo. Lo ayudaba con aguja, hilo y cuero, practicando el arte que ya les ha transmitido a sus hijos. Así se ganó su primer billete y se compró su primera camiseta. En Paraná, todos lo señalan como el hijo de Roberto, hoy un gran animador de las reuniones familiares aquí en Alemania.
Con la camiseta de Boca como uniforme de trabajo, los Ayala formaron la pareja de centrales del San José de la liga diamantina durante cuatro años. Con 35 años, papá jugaba como libre e imponía su excelente cabezazo en el área contraria. Adolescente de 15 años, Fabián salía a marcar al delantero rival y recibía el bautismo de los golpes. Un puñetazo y un codazo le provocaron sendas conmociones cerebrales. A pesar de las señales, nunca abandonó el puesto. Así aprendió a fajarse, a hacerse la fama de duro y a ganarse el respeto de compañeros y rivales.
Su formidable capacidad de salto (mide 1,78 m) se basa en su genética (tiene fibras rápidas) y en un pasado infantil de basquetbol y voleibol. Con un secreto: siempre salta antes que el rival, así puede apoyarse sobre su espalda.
Roberto Fabián Ayala, alias el Ratón , no quiere hablar de revancha. No tiene registro del nivel que ha mostrado en este Mundial. Figura en Francfort, ha completado una primera rueda estupenda. Fue el ministro de Defensa de un seleccionado que, ante Holanda, presentó nuevos y eficientes funcionarios del área: el riguroso Coloccini, el elegante Milito y el tenaz Cufré, bien ordenados por el jefe, único integrante del gabinete inicial, afectado por tarjetas y lesiones.
El ya sabe de qué se trata sufrir con la dinámica de lo impensado. En Corea-Japón, se desgarró mientras calentaba los músculos antes del partido con Nigeria. Se perdió todo el Mundial y las cámaras lo encontraron en Miyagi, consolando en plena cancha a cada uno de sus compañeros.
Holanda no es un seleccionado cualquiera en su carrera. Vestido de naranja, Bergkamp lo pintó con un gran control de pelota y un toque al ángulo para dejar a la Argentina fuera de Francia. Testigo VIP del golazo, se defendió: "Qué puedo hacer ante una genialidad".
Ayala enterró los recuerdos anteriores como correspondía. Estuvo rotundo en los cruces, exacto en los cierres, preciso en los pases, atento en las coberturas, concentrado en la marca. Un pelotazo sin sentido (se lo reprochó enseguida) y un salto sin cabezazo cerca del cada vez más seguro Abbondanzieri no llegan a manchar un partido impecable y muy especial. Después de casi dos años volvió a portar la cinta de capitán: 25 de julio de 2004, Copa América, Adriano.
El 9 de julio puede ser un gran día para borrar ese archivo de su disco rígido. En 1993 aún jugaba en Ferro cuando Coco Basile se lo llevó a la Copa América de Ecuador para que sumara experiencia. Con Passarella coincidió en la selección y en River. Con la banda roja, Babington lo ubicó con el paraguayo Celso para armar la segunda pareja Ayala-Ayala de su vida. Duró poco ya que inmediatamente fue vendido al calcio . Soportó la pasión en Napoli, aceptó la indiferencia en Milan y recorrió los pasillos de Tribunales, intentando justificar la autenticidad de su pasaporte italiano.
En 2000, pasó a Valencia en 3.000.000 de euros, una ganga que incluía ese documento con dudoso bisabuelo materno. Bicampeón de Liga, finalista de la Champions League, ganador de la Copa de la UEFA, Fabián ha hecho más que una carrera en España y planea su futuro allí. Tiene grabados todos sus partidos y le gusta hablar de fútbol. Para escaparse de la pelota, elige la pesca y la pintura.
Padre a los 18 años, debió crecer de golpe. Cinthia ya tiene 15 y vive en Paraná junto con su mamá. Ha tomado Alemania 2006 como un asunto personal. En Hamburgo, rechazó todos los centros marfileños y marcó un gol que no le cobraron. En Gelserkirchen, se tragó a Kezman y a Milosevic, los temibles delanteros serbios. Ayer Van Nistelrooy también se rindió ante su presencia y agradeció el cambio en el segundo tiempo. El rubio Dirk Kujit recibió la misma medicina: marca intensa y sin concesiones. En el Mundial, Fabián Ayala, el hijo de Roberto, el nieto de Camilo, está haciendo todo lo contrario al oficio familiar. No arregla la pelota, la rompe...
- El hombre del perfil mini
Figura en Francfort, ha completado una primera rueda estupenda. Fue el ministro de Defensa de un seleccionado que, ante Holanda, presentó nuevos y eficientes funcionarios del área: el riguroso Coloccini, el elegante Milito y el tenaz Cufré, bien ordenados por el jefe, único integrante del gabinete inicial, afectado por tarjetas y lesiones.