A diez años de una hazaña: el bronce de los Pumas que se volvió oro
El tercer puesto en el Mundial de Francia 2007 marcó un hito en la historia del rugby argentino
Esto es más que una camiseta. Esto es la familia, es el club; esto son los amigos, esta es nuestra historia. Esto es nuestro. Lo que hicimos durante el último mes, los últimos tres meses, los últimos ocho años, diez años. Es la que vivimos, la que sudamos, la que lloramos, la que nos cagamos de risa. Es esta. Entonces, en estos 80 minutos que no quede nada; ¡que-no-nos-quede-nada! Porque ahora sí vamos a jugar por nuestra historia y por el que tenemos al lado. Y disfrutémoslo, que por ahí, y casi seguro para muchos, sea el último. ¡Vamos!”. La arenga de Agustín Pichot es mejor escucharla (está en YouTube) que leerla en esta columna, pero sirve para graficar su último momento antes de salir a una cancha con la camiseta de los Pumas. Ocurrió hace 10 años, el viernes 19 de octubre de 2007, en el Parque de los Príncipes de París, cuando el seleccionado selló el Bronce en uno de los tests más excelentes que se le recuerden, goleando a Francia por 34-10. Sin que nadie lo sospechase –quizá Pichot sí– esa noche cálida parisina marcó mucho más que una de las grandes epopeyas del deporte nacional; significó el kick-off a los grandes cambios que se viven en la actualidad.
Una década después, algunos de esos jugadores están en puestos claves dentro del armado del poder y del juego del rugby argentino. Pichot, ya lo sabemos, ha sido el arquitecto, el ingeniero, el contador –y todas las profesiones que se imaginen– del armado de la alta competencia profesional. Después de jugar, previo paso por la UAR –ahora no está, pero está– alcanzó el Comité Olímpico Internacional (aunque ya no ronda por el COI, fue uno de los que devolvió el rugby a los Juegos), la Sanzaar, la IRB y ahora es vicepresidente de la World Rugby. Fue la cara visible del camino al Bronce y también del arribo de los Pumas al Rugby Championship y de la creación de Jaguares para incursionar en el Súper Rugby.
Pero parte de aquel núcleo que lo acompañó en el camino a Francia 2007, que tuvo como primer punto de inicio Gales 1999, también hoy está como registro de lo que dejó el tercer puesto. Repasemos aquella noche de París, 10 años atrás. Mario Ledesma e Ignacio Fernández Lobbe no jugaron ese día, pero, ambos de traje, estaban en esa ronda de emoción alrededor de Pichot, de la que se apartaron con lágrimas. Nicolás Fernández Miranda, suplente de Pichot en 1999, 2003 y 2007, salió como suplente pero entró faltando 15 minutos. Un pase con su sello sirvió a Felipe Contepomi para el try que coronó la goleada. Hoy, Ledesma y Fernández Miranda conducen a Jaguares; Contepomi y Fernández Lobbe, a Argentina XV.
Con un plantel entrenado en gran parte en Europa, con una dosis en ese entonces necesaria de amateurs, con un plan de juego pensado y ejecutado a la perfección y con una calidad de jugadores, puesto por puesto, difícil de equiparar en la era profesional, los Pumas de Bronce dejaron una huella que tuvo su continuidad en otro hecho del que ayer se cumplieron dos años: el triunfo ante Irlanda (otra actuación memorable del seleccionado) y el acceso por segunda vez en ocho años a las semifinales de una Copa del Mundo.
La arenga de Agustín Pichot antes del último partido del Mundial 2007
Por más que se cometan errores y haya que tener en cuenta que todavía el camino es corto para un recorrido largo, no hay que ser ciegos y reconocer que tras el Bronce se armó una estructura que fortaleció la competencia y la capacitación, además de abrir el juego a todo el país. Hasta ahí, todo pasaba por Buenos Aires. De hecho, de los 30 jugadores que actuaron en Francia, sólo uno provenía del Interior (el tucumano Omar Hasan). La participación de los Pumas en el Rugby Championship y la entrada en el Súper Rugby también aumentó el caudal recaudatorio de la UAR, aunque todavía no se produjo el prometido derrame hacia los clubes, que son la base de todo. Centros de alto rendimiento y capacitaciones apuntan a fortalecer la competencia y no al día a día de los clubes.
El impacto que significó que la Argentina haya estado en 2017 por encima de Nueva Zelanda, Australia y el dueño de casa, Francia, obligó a la entonces IRB a encontrarle un lugar a los Pumas, a quienes el poder profesional había retaceado por su concepción amateur. Recordemos que hasta ese momento la UAR sólo pagaba viáticos a los jugadores del seleccionado y que, incluso, Marcelo Loffreda y Daniel Baetti eran entrenadores part-time. El primer full-time fue su sucesor, Santiago Phelan.
El congreso celebrado a fines de ese 2007 en Woking, Inglaterra, tuvo a la Argentina como uno de sus puntos centrales. La dirigencia de la UAR quería que el seleccionado compitiese en Europa, teniendo en cuenta que sus jugadores principales actuaban allí. Pichot, que había sido invitado como jugador, sostiene que la IRB rápidamente descartó esa posibilidad por dos razones: el Norte no quería a los Pumas (no traían dinero y podían ganarles) y el lugar argentino era el Sur. Fue el principio de una carrera que aterrizó cinco años más tarde en el Rugby Championship.
Hoy el rugby es más popular, se juega en más lugares y la selección compite anualmente con los tres mejores del mundo. Ese es el legado más valioso que dejó aquel equipo comandado por Pumas históricos: Loffreda, Baetti y Diego Cash. Y que también tenía en la dirigencia de la UAR a otros Pumas (Alejandro Risler, Raúl Sanz, Hugo Porta, Alejandro Cubelli, Richard Handley). Obra de ese seleccionado que tenía el punto justo de profesionalismo y alma amateur, capitaneado por Pichot y que hace diez años se subía al podio conmocionando al mundo del rugby. El Bronce que se volvió oro.
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