Una mirada del rugby. Hacia una nueva vida
Por Jorge Búsico Para LA NACION
La cultura de clubes es una de las banderas que con más orgullo levanta el rugby argentino. Es, además, un culto de admiración y asombro, tanto como los Pumas, en el resto del mundo. Hay 141 clubes desparramados en 254 localidades de este extenso país. Muchos fueron fundados hace más de cien años, pero comparten la tradición y la filosofía con los más jóvenes. Son pequeños escenarios donde se pretende que el juego sea una excusa para reunirse, formar amigos, divertirse y forjar espacios de respeto por el otro. Claro, como en cualquier otro ámbito de la vida, no siempre se logra el objetivo, pero eso es lo que se intenta.
Esa rica leyenda de clubes también contiene episodios de confrontaciones que culminaron en escisiones y, con ello, en rivalidades. La más conocida, la de CASI-SIC. Pero hay un montón de otras. Acaba de agregarse una nueva, con todo lo que significa fundar un club en esta Argentina de hoy. El Delta Rugby Club, un desprendimiento de San Fernando, empezó a caminar -más rápido de lo previsto- y el sábado 8 de mayo estará haciendo su debut en el torneo de la URBA, integrando el Grupo IV, al que también se agregará otro club novel, aunque con distinto origen: Virreyes Rugby Club.
El Delta RC comenzó a gestarse bastante antes de su fundación oficial, sellada el 19 de noviembre del año pasado. El origen tiene que ver con una larga relación conflictiva con el rugby dentro del Club San Fernando. La situación, que incluyó escenas lamentables, como el equipo entrenándose en la calle bajo la custodia de la Gendarmería, explotó cuando los directivos decidieron suspender -con entrada prohibida- a varios referentes del plantel superior.
El grueso de los jugadores de la Preintermedia, de la Intermedia y de la Primera, entonces, emprendió un viaje como alguna vez lo hicieron, entre tantos otros, los que se marcharon de GEBA a Pucará o de San Martín a San Cirano. O sea, plantaron bandera bajo otros colores. Delta ya tiene los suyos, elegidos, al igual que el nombre, por votación: rojo, verde y blanco, a rayas horizontales.
Los movimientos fueron rápidos. Concretaron primero un lugar de entrenamiento: las canchas de fútbol del anexo en Punta Chica, San Isidro, del Sindicato de Obreros de la Industria del Vestido y Afines (Soiva). Luego, San Patricio les ofreció sus canchas de Pilar para que jueguen de local. Y, por último, para atender a los requerimientos de la URBA, sellaron un acuerdo con el Instituto Nicolás de Avellaneda, de Maschwitz, un colegio con 3000 alumnos que proveerá las divisiones juveniles.
Hasta el momento, Delta RC se mantiene con el aporte de la cuota que pagan los socios y con el dinero que llega de su principal sponsor, los Laboratorios Meta. También patrocinan este nuevo club las empresas Lego y Web Ellis (que diseñó la camiseta) y el mismo Instituto Avellaneda.
La semana pasada, durante la presentación de la vestimenta, el intendente de Tigre, Sergio Massa, anunció que les cederá un terreno de dos hectáreas en Benavídez, justo detrás de Newman, donde Delta irá el sábado por su primer trofeo, ya que jugará ante Los Cedros una de las semifinales de la Copa Citi, por el Grupo IV. Sin duda, un nacimiento con buena estrella para este club, cuyo plantel superior es la base de San Fernando que el año pasado se clasificó para el Top 14.
El debut ya por el campeonato de la URBA, en el Grupo IV, será de visitante ante Obras Sanitarias. De una escisión de ese club, a comienzos de la década del 70 nació, San Patricio, el mismo que ahora le abre sus puertas al Delta RC. Así es también la historia del rugby argentino.
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