Los Pumas: nada de alarma, pero sí un toque de alerta tras el gran entusiasmo
Tres semanas después de que Jaguares jugara la final del Súper Rugby, siete días luego de los Pumas estuvieran a punto de vencer a los All Blacks por primera vez en la historia, juzgar el presente del seleccionado argentino por lo hecho durante 80 minutos ante Australia es cuanto menos injusto. Que fue el peor desempeño del año del plantel, si se considera como uno solo al del seleccionado y al de Jaguares, y mano a mano con el mostrado frente a Francia en noviembre último, uno de los peores desde que Mario Ledesma asumió la conducción del equipo nacional, es insoslayable. Por aquel contexto, a menos de dos meses del inicio del Mundial y con dos partidos por delante antes del debut del 21 de septiembre ante la propia Francia, no alcanza para provocar preocupación. Sí obliga a frenar la pelota, tomar aire y volver a poner énfasis en los fundamentos en que le dieron brillo a este ciclo.
En la derrota por 16-10 contra Australia por la segunda fecha del Rugby Championship, el mayor defecto de los Pumas fue la falta de intensidad. A la distancia pareció un equipo apagado, casi desmotivado. Muy lejos del que había sometió durante todo el segundo tiempo a los All Blacks una semana atrás. Esa merma en la actitud se tradujo en una serie larga de deficiencias tácticas que urge corregir.
En Brisbane, los Pumas no hicieron nada bien, individual ni colectivamente. La floja tarea de estandartes, como Pablo Matera, Nicolás Sánchez, Matías Moroni y Ramiro Moyano, hace pensar que se trató de un partido fuera de lo ordinario. Una excepción a la regla. Si los líderes no tiran del barco, no se puede exigirles a los más jóvenes. Julián Montoya, por caso, mostró en esta temporada del Súper Rugby ser un jugador de clase internacional. En su primera titularidad en los Pumas en cuatro años (la última había sido en por el tercer puesto en Inglaterra 2015), tuvo una noche olvidable en el lanzamiento del line-out.
Esa es una formación que en los últimos años ha dado jugosos dividendos a los Pumas, y una mala faena no enciende la alerta. En cambio, el scrum viene dando fuertes dolores de cabeza y ayer se retrocedió malamente respecto a All Blacks: Australia forzó cinco penales en esa instancia de los seis que cedió Argentina en todo el partido.
Lo más alarmante fue la falta de paciencia para definir las pocas chances de marcar tries, que trajo recuerdos de la aciaga época previa a la asunción de Ledesma, cuando el equipo parecía nublarse cada vez que pisaba las últimas 25 yardas. Sobre todo en el primer tiempo, cuando los Pumas llegaron tres veces a esa zona y cometieron sendos knock-ons que evitaron que terminaran de meterse en juego, tanto en el marcador como mentalmente, cosa que al final nunca ocurrió.
La Argentina ni siquiera se afirmó en la defensa, como hizo Jaguares a lo largo del año cuando las cosas no salían. El try australiano llegó en una jugada directa de un scrum en la que Marika Koroibete rompió por el centro y Reece Hodge definió en una punta. Christian Lealiifano, que volvió a Wallabies tres años después de su diagnóstico de leucemia, anotó los restantes 11 puntos con el pie.
Que los Pumas se hayan puesto en posición ganar con una anotación más a seis minutos del final habla más de lo opaca que también fue la actuación de Australia que de algún mérito propio. En todo caso, sí vale rescatar la actuación de Facundo Isa, el autor del try en una jugada de penal, line-out y maul a cinco metros del in-goal. El santiagueño volvió a ponerse la celeste y blanca (una forma amigable de nombrar a la cada vez más polémica camiseta alternativa) luego de tres años y mostró, en las pocas acciones en que se lo utilizó, ese plus que Ledesma quiere en los jugadores que trae del rugby europeo a modo excepcional. Fue el mejor argentino, a la par con Guido Petti Pagadizábal. Cada vez que tomó contacto con la pelota se las ingenió para sacarse rivales de encima y ganar algunos metros.
En eso hay otro desafío para Ledesma en este lapso hasta el debut mundialista: involucrar más a Isa, un ball-carrier natural capaz de romper líneas cerca de las formaciones, del que los Pumas carecían y que los obligó a modificar el estilo tras la partida del octavo a Francia.
Lo mejor que podía pasar después de tan deslucida actuación es tener un fin de semana de descanso, como el que habrá antes del partido del 10 del mes próximo con Sudáfrica, en Salta. Para entonces, Ledesma tendrá la misión de volver a enfocar al equipo sobre las bases de la defensa, las formaciones fijas y el temple. El dilema es cómo encontrar el mejor equipo posible sin forzar a algunos jugadores que estén en riesgo físico. Habrá algún tiempo de recuperación luego del segundo encuentro con los Springboks, siete días más tarde en Pretoria, es cierto, pero la amenaza de una lesión se acrecienta con la acumulación de minutos.
Para entonces, es factible que se sumen algunos jugadores más que están en el plantel premundialista y hoy se encuentran sumando minutos en Jaguares XV como Gonzalo Bertranou y Bautista Delguy, entre otros. ¿Tendrán su chance Manuel Montero y Lucas Mensa? Ayer debutó en los Pumas el hooker Santiago Socino y no desentonó en los pocos minutos que tuvo en la cancha.
La rotación, no obstante, no debe conspirar contra el buen rendimiento, sino incentivarlo. Con siete derrotas seguidas en partidos oficiales, los Pumas están a una de igualar su peor marca histórica. No es algo que de por sí tenga importancia, pero el pasado reciente ha demostrado que la acumulación de derrotas afecta psicológicamente a este equipo. Mejor, no despertar ese fantasma.
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