La revancha en Vélez. Maestros Pumas
Ya no visten la camiseta nacional, pero siguen en carrera como entrenadores; Rolando Martin y Santiago Phelan colaboran con los juveniles del SIC y el CASI
Uno nació en los Estados Unidos; el otro, en la Argentina. Aquél es hincha de River; éste, de Boca. El primero constituye por sí solo un símbolo del San Isidro Club; el segundo, un icono del Club Atlético de San Isidro. ¿Agua y aceite? Nada que ver; Rolando Martin y Santiago Phelan son grandes amigos. Y lo son más allá de las coincidencias –que las tienen–: la tercera línea fue su lugar en la cancha, por decenas de partidos rugieron con los Pumas, comparten hoy salidas a comer y cada semana un equipo de fútbol 5 en el que el Yankee hace los goles y Tati se ocupa del quite.
Y otra: se retiraron de sus clubes en el mismo superclásico (CASI 13 v. SIC 6, el 12 de julio último) y del seleccionado nacional en el Mundial Australia 2003 (Argentina 15 v. Irlanda 16, el 26 de octubre) y ahora pasan parte de su tiempo entrenando juveniles. Santiago, a los 30 años, es colaborador de la categoría menores de 15 años académica, un grupo que acaba de dejar el rugby infantil –se juega sin llevar el resultado–, y Rolando, de 35, es el entrenador de la menores de 18 zanjera, que comienza a perfilarse para la primera.
"Es una manera de seguir ligado al rugby y a la vez no continuar en el mismo ritmo de exigencia, porque quiero estar más con mi familia. Lo hago con placer. La idea es que los chicos se diviertan, sean cada vez más amigos y aprendan a jugar lo mejor posible. No se trata de salir campeones, ni nada de eso, sino de formar jugadores y personas para cuando les toque representar al CASI", explica Phelan. Su amigo piensa parecido: "Me encantó la propuesta y estoy disfrutando. Me permite no cortar abruptamente el vínculo con el deporte. Además, es una división que me gusta, porque los jugadores ya están en el proceso de dejar de ser juveniles".
Otra de las diferencias entre el ex Nº 7 del SIC y el ex Nº 6 del CASI es que aquél posee una agencia de publicidad y marketing deportivo (MGB Comunicación) y éste fabrica medias, gorros y boxers. Pero vuelven a unirse en cuanto a modelos de entrenador.
"Tuve muchos buenos. Trato de copiar lo mejor de cada uno. En cuanto a juego, sigo los principios del club y trato de inculcarlos. Como también sé qué significa jugar en SIC: honor y orgullo. Siempre hay que dejarlo establecido, no hablando, sino con hechos", enseña el hombre nacido en Maryland. "Uno va formándose sacando las cosas buenas de los entrenadores. A veces uno vivió muchas experiencias, pero no sabe transmitirlas. Y por ahí un tipo que nunca jugó en la primera es un buen entrenador, porque transmite bien", advierte, a su vez, el natural de San Isidro.
En su momento, llamó la atención que dejaran la actividad. Phelan lo hizo muy joven, a los 29 años; Martin, a los 34, aún le quedaban unos cuantos tackles en el carretel. Y hoy ya sienten ganas de volver, aunque no atrás en su decisión. "Me retiré justo. Podría haber seguido en mi club, que no me demandaba tanto tiempo como el seleccionado, pero soy de hacer las cosas a fondo y en ese caso habría querido seguir jugando en todos lados. Eso sí: hoy voy a la cancha y me muero de ganas de entrar. Hoy sufro; a veces quiero resolver cosas y para hacerlo tendría que estar dentro", reconoce Tati. Y su rival de tantas batallas coincide: "Cada sábado en que veo a la primera me muero por jugar, pero no voy a volver atrás. Sé que cumplí un ciclo y forzarlo sería contraproducente. El rugby me dio mucho más de lo que yo hubiera imaginado y casi no me quedan desafíos por lograr. Jugando un año más tendría mucho más por perder que por ganar".
El mandato generacional ya puso a un costado de la línea de cal a estas dos fieras. Pero la máquina productiva del deporte, que aunque a veces mezquina talentos nunca se detiene, ya cuenta con los ex tercera línea para alimentarla, y con ellos, la esperanza de gozar pronto de jugadores de sus tallas. ¿Vislumbran algún Yankee Martin o Tati Phelan para los próximos años?
"Veo cuatro o cinco jugadores que dentro de un par de años vamos a disfrutar en la primera del SIC, aunque no específicamente en mi posición", anticipa Rolando. Santiago prefiere destacar: "Veo muy buenos jugadores, pero sobre todo muy buenas personas y buenos grupos. No quiero dar nombres, porque son muy chicos. No es bueno hablar demasiado bien de alguien, porque después quizá se la cree o piensa que es una estrella, y si no se sacrifica y no se dedica no va a llegar a ningún lado".
Queda clara, entonces, la fórmula para que aparezcan nuevos Martin, nuevos Phelan. Que después, por gratitud al rugby, generarán otros Phelan, otros Martin...
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