Preocupación por los Pumas: a 41 días del debut en el Mundial de Japón, hay falencias técnicas y anímicas
SALTA.– Qué cambió de tres semanas atrás a hoy, es imposible de explicar. Acaso en la intimidad el grupo tenga alguna explicación. Pero de jugar una final de Super Rugby y haber estado a un maul de vencer a los All Blacks por primera vez a sufrir esta aplastante derrota hay un abismo insondable. A 41 días y un partido del inicio del Mundial, los Pumas pasaron de un estado de gracia a ponerse en una situación preocupante. Hay deficiencias corregibles, otras crónicas, pero la mayor alerta está en el costado anímico. El espíritu del equipo que perdió ayer 46-13 ante Sudáfrica está muy por debajo del arrasador que mostró con la camiseta de Jaguares.
La caída, por la tercera y última fecha del Rugby Championship, cuyo valor central radica en ser una preparación para el Mundial de Japón ideal, es la segunda más amplia en el certamen ante los Springboks luego del infausto 73-13 de Soweto, en 2013. Además, es la octava derrota consecutiva para la Argentina en partidos oficiales, que se iguala como peor racha con las de 1919/1936, 2013 y 2014.
Sudáfrica llegó al estadio Padre Martearena inspirado por la posibilidad de conquistar el título con una victoria (ver aparte). No alcanza para explicar la endeble respuesta de los argentinos.
Más allá de falencias tácticas y técnicas que pueden emerger en cualquier partido, hay situaciones que, sumadas a lo que fue la actuación ante Australia, dejan entrever cuestiones más profundas. La forma en que el equipo se derrumbó a los 12 minutos del segundo tiempo, luego del tercer try Springbok, por ejemplo, no se corresponde con la garra que caracteriza a cualquiera que vista de celeste y blanco. La incapacidad para concretar al menos siete situaciones de try luce como un retroceso al ciclo anterior, un defecto que este plantel parecía haber corregido durante la última campaña en el Super Rugby. Son aspectos que no tienen explicación desde la razón o la lógica.
Quisimos jugar bien arriba y presionarlos. Por momentos lo hicimos bien, pero hay que seguir trabajándolo. Lo más importante es ver dónde tenemos que mejorar y aprovechar este tiempo para eso.
Hubo dos momentos clave en el partido que resumen esta realidad. Los Pumas tuvieron un gran inicio, con los Pumas moviendo la pelota con paciencia y encontrando, en virtud de ello, espacios para quebrar la defensa. Consiguieron un try y estuvieron cerca de otra, pero perdieron la pelota y la contra derivó, luego de un penal y una jugada de line-out y maul, en el primer try sudafricano. Más tarde, al inicio del segundo tiempo, los Pumas tuvieron cuatro line-outs a cinco metros del in-goal gracias a haber forzado penales; las cuatro veces fallaron en marcar, ya fuera por afuera o cerca de las formaciones. Hasta que perdieron la pelota. Los 10 minutos con un hombre de más terminaron con Sudáfrica llegando otra vez al try, y allí se terminó el partido. Los Pumas bajaron la guardia. Quedaban 28 minutos. Aparecieron los tackles errados, los agujeros en la defensa, los line-outs regalados y Sudáfrica abultó el marcador.
Sí puede haber algún atenuante que explique el exceso de pelotas que terminaron en el suelo. Hubo pérdidas que se pueden entender a partir de la búsqueda de variantes en el sistema de juego, que intenta ser más agresivo y, por lo tanto, más arriesgado y propenso a desajustes. Esto sumado a que en posiciones claves respecto de la conducción hay jugadores que vienen de Europa y debieron modificar de un día para el otro el esquema, como el apertura Nicolás Sánchez y el octavo Facundo Isa. No responde del todo al conflicto, pero sí en parte.
Por último está el temita del scrum. A esta altura, una verdadera pesadilla. Una falencia crónica que arrastra el equipo después del Mundial 2015 y que desde entonces sólo ha tenido remiendos parciales. Los cuatro penales cometidos en esa formación fueron determinantes para que Sudáfrica se alejara en el marcador.
La diferencia, en el scrum
Porque cuando llegó ese tercer try al inicio del segundo tiempo el partido ya estaba, si no fuera de alcance, al menos lejos. Sin siquiera lograr un quiebre defensivo claro, Sudáfrica ya ganaba 27-13. La diferencia en el scrum, en la disciplina y en la efectividad en el ataque marcaron las diferencias.
Cuando Ledesma asumió el control de Jaguares a principios de 2018, una de las premisas fue recuperar las bases. Centrarse en la defensa, en la disciplina, en las formaciones fijas, en el cuidado de la pelota. Si el off-load no estaba prohibido, al menos no se veía. Así, como si volviera a empezar de cero, logró revertir la tendencia de los dos años anteriores. Empezó a ganar, los triunfos le dieron confianza y esa confianza se trasladó a los Pumas, que aun con cosas por mejorar mostraron un crecimiento marcado. Sobre todo, mostraron otra actitud. En este Super Rugby, eso se potenció y se trasladó a acciones dentro de la cancha.
Ayer, como ante Australia, esa actitud no apareció, como si se hubiese evaporado. Queda un partido, el sábado ante Sudáfrica en Pretoria. En la conferencia de prensa, Pablo Matera afirmó que era un partido muy importante para los Pumas. Es el último antes del debut mundialista, el 21 de septiembre ante Francia, más allá de un amistoso ante el club Randwick de Sydney, que servirá más para mover las piernas y ajustar algunos detalles que como medida real. Más allá del resultado, es imperioso frenar esta caída. Volver a poner el foco en las bases podría ser una buena medida.
Hace rato que los Pumas intentan dejar atrás ese estigma de que se gana sólo con la garra. Le han agregado toneladas de buen juego que justifican esa decisión. Pero si el espíritu no aparece, no hay cimientos para construir nada. Hay jugadores dotados, hay un staff capacitado, hay tiempo para revertir la situación.
Más leídas de Deportes
Un rival “superior”. El insólito derrumbe de Simeone en un lamento y el mensaje al verdugo en la Champions League
Golear y quedarse fuera. La noche de Racing en Córdoba fue una mezcla de orgullo y decepción
Imperdible. Boca se salvó en el final, le ganó a Godoy Cruz y la Copa de la Liga tiene una definición apasionante