Rugby / La final del torneo de la URBA. "Teníamos que caminar por San Isidro con la cabeza gacha"
Emocionado, Eliseo Branca, el entrenador del campeón y símbolo del CASI, habló del desahogo que le puso fin a dos décadas de frustraciones. "Destaco la garra del equipo", dijo
Salir campeón es algo diferente para los hombres cuya condición y cuyo vínculo con un equipo van mucho más allá de la tarea profesional. Eliseo Branca corporiza muchas cosas en el CASI; tantas como para haber alcanzado hace rato la estatura de símbolo viviente de la Academia. Como corresponde a estos casos, cuando tomó la conducción de lo que para él es parte de su vida, habló con el corazón. En marzo último, en pleno proceso de construcción, el equipo estaba de gira por Bahía Blanca; el Chapa se plantó en un entrenamiento ante sus jugadores. "Yo soy medio loco -les dijo-, pero los locos son los que hacen los milagros."
De aquella imagen que ahora parece casi inocente al alboroto de emociones que lo tuvo como centro apenas se consumó el gran sueño parece no haber pasado más que una exhalación. Ahí está Eliseo, llorando como un niño en cada abrazo, buscado por tanto afecto. Ahí, entre esos brazos apretados, está el hombre que llevaba grabado aquel último festejo, hace veinte años, cuando fue artífice del último título, pero desde adentro de la cancha.
Hoy quiere que la página siguiente no lo tenga en la foto central. "Cuando salimos a la cancha les dije a los jugadores que la historia la tenían que escribir ellos. Yo ya tengo una, y es una historia muy larga. Ahora les toca a ellos. Siempre les di el mensaje de que tienen que entrenarse con ganas y pasión, pero por sobre todo con el corazón", con el mismo corazón que el Chapa abría debajo de la camiseta blanca y negra.
"No lo puedo creer, no lo puedo creer...", repite, mientras reparte lágrimas y sonrisas a la vez. Espontáneamente aparece en andas de un puñado borroso de hinchas; toma una bandera y la hace flamear.
Branca resumió dos décadas de ansiedad cuando le preguntaron por la diferencia de sentimientos entre el hincha, el jugador y el entrenador. "Lo disfruto más ahora, porque estos fueron veinte años muy duros. Fue mucho tiempo de una historia negativa; teníamos que caminar por San Isidro con la cabeza gacha y ahora todo eso se acabó: somos los campeones." Palabras de un desahogo genuino que le dieron lugar a un repaso más tranquilo: "Cuando tomé el equipo a comienzos de año se hizo complicado. Fue un año muy sufrido, y encima habían dicho que llegaba para salir campeón. Para colmo, comenzamos perdiendo con Universitario, que recién ascendía. Llegamos con lo justo a la Zona Campeonato y empezamos a tomar conciencia de que podíamos dar más luego del partido con Hindú (fue derrota del CASI, pero con una muy buena actuación, y desde entonces el equipo no volvió a perder)".
Ya con todo más en calma, Juan José Angelillo, ayer su rival desde la conducción de SIC, pero su amigo y compañero en los Pumas Classics, también se acercó a abrazarlo. Las imágenes recientes brotan con facilidad. "Lo que destaco del año es lo mismo de siempre: la garra del equipo. ¿Cómo viví el partido? Me quería morir. Creo que de todo esto me voy a dar cuenta mañana. En el primer tiempo salimos a atacar y presionamos mucho. Eso hizo que ellos se equivocaran. También los matamos con el line. En la segunda parte, pensamos que íbamos a mantener la concentración, pero se complicó. Ahí es donde vuelvo a destacar la garra de este equipo."
Alguien le pregunta si el CASI es el mejor equipo. El Chapa piensa unos segundos y responde: "Ahora sí. Ahora el CASI es el mejor, pero a comienzos de año, no". Ahora sí, Chapa. Por fin, ahora sí.
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