Show, negocio y difusión
He aquí la segunda vuelta del Super Rugby por la Argentina. He aquí la versión de Jaguares más esperada, jugando en alto nivel y con señales claras de un pronóstico de cielo abierto al menos en los dos sábados consecutivos que vendrán en Vélez. He aquí también un espectáculo de la creme del deporte profesional, con formato de show y con estructuras pensadas para el gran sostén de la maquinaria de la Sanzaar: la televisión. La joya económica del poder del Hemisferio Sur suele presentar enormes estadios semivacíos en el 80 por ciento de su calendario, pero eso no le impide seguir ganando territorios como en el TEG. Ya sumó a la Argentina y a Japón (Sudamérica y Asia); el próximo ataque es a América y, de yapa quizá, las islas del Pacífico Sur.
El Super Rugby ofrece un rugby distinto al que, por ejemplo, están jugando los europeos en su Seis Naciones , ganado por segunda vez consecutiva por una fabulosa Inglaterra, invicta en su era Eddie Jones. Aquí, todo es más eléctrico, sin tanto respeto por las formaciones fijas y sin tanto choque y choque. Es otra estética que también se cuida afuera, donde el juego del rugby ya no forma parte. Y es, además, otro público, no tanto del rugby, propenso a silbar al rival y a reclamar infracción ante cada tackle del otro equipo.
En un sábado que tuvo lluvia, sol y nubes, Vélez no lució la cantidad de público que Jaguares reunió el año pasado (promedio de 15.000 por cotejo), pero sí superó las expectativas (9350 personas), que no eran tan optimistas: ya no está el factor sorpresa de la primera vez, tampoco fue un buen 2016 para Jaguares y Pumas y, sobre todo, 2017 trajo precios de entradas notablemente superiores a los del año anterior. Un ejemplo: la membresía de plata subió de $ 2500 a 4000. Para el sábado próximo, los boletos van de $ 350 a 700.
Este año no hubo show musical antes ni en el entretiempo y la UAR decidió habilitar una cabecera (no hubo más de 100 personas) y a la otra la vistió con los logos de todos sus patrocinadores. Nada a lo que esté acostumbrado el rugby doméstico, que arrancó ayer simultáneamente. El rugby profesional desbordó las arcas de la UAR y también se llevó la parte más importante, pero nutre a toda la actividad amateur con $ 85 millones anuales, de los cuales $ 25 millones corresponden a la organización de los Nacionales de Clubes y Torneos del Interior. He aquí un gran negocio y una gran plataforma de difusión.
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