De ser perseguidos por la dictadura a convertirse en deportistas olímpicos: el surf argentino les rindió homenaje a sus leyendas

Volver siempre a las bases. La vestimenta puede cambiar, las tablas pueden aligerarse, los protectores pueden ser más resistentes y las competencias volverse más populares, pero lo que siempre sale a flote es la esencia del deporte. Y el surf no es la excepción. Este deporte con una filosofía buena onda, relajada y que promueve el bienestar y vida sana, le rindió homenaje en las playas de Mar del Plata a sus pioneros, a los luchadores y mentores que pelearon por el crecimiento y permanencia del surf en el país y que hoy es deporte olímpico. El surf que hoy conocemos.

Fernando Aguerre, presidente de la Asociación Internacional de Surf, es el hombre más importante en el mundo surfista. Organiza torneos, crea marcas deportivas, ayuda a los que recién comienza y fue quien logró llevar al surf a las próximas ediciones de los Juegos Panamericanos y Juegos Olímpicos. Todo un logro. Todo un festejo. Así fue que él mismo decidió organizar un torneo homenaje a la historia del surf y reunió en el balneario marplatense Honu Beach cuatro generaciones de surfistas, bajo un marco inspirado en el surf de los años 70, para brindar.

“Pensar que hace 39 años los surfistas éramos perseguidos y corridos de las playas de la ciudad, nuestro deporte estaba básicamente prohibido y hoy, en este hermoso día de playa, nos dimos el gusto de juntar a las distintas generaciones, de armar una fiesta de reencuentro de nuestra tribu…”, señaló Aguerre en el marco de la celebración, bautizada Quiksilver 70s.

El torneo tuvo la presencia de surfistas profesionales y amateurs de 14 hasta 70 años, divididos en categorías individual y por equipos: Legends, Master y Open. Todas las divisiones tenían una sola condición: competir con la vestimenta y las tablas de la época. Se hicieron presentes personalidades de todas las épocas. De la actualidad, Santiago Muñiz, ganador del Open, y Lucía Cosoleto. Otros como Maxi Siri, Ornella Pellizzari e Ignacio Gundensen dieron el presente y leyendas como Julio García, Javier Etchegoyen y Sandi Errecaborde, además de Aguerre.

“Fernando organizó los primeros torneos a finales de los 70, con una bandera y un equipo de música subido a su Mehari. Y mirá lo que se armó hoy”, describió Javier Etchegoyen, de 56 años, mientras señalaba las seis carpas, las banderas de los sponsors, las mesas con frutas y licuadoras, y los sectores para jueces, DJ, prensa e invitados. Javier es arquitecto y director de un colegio, pero se define como surfista. “Me meto en invierno y verano, a veces estoy trabajando con saco y corbata, paso por la playa, veo las olas y me meto al agua igual... Te cambia todo para bien el surf”.

“El surf estaba mal visto, relacionado con la droga. Ese es uno de los tantos prejuicios que había en mi época. Nosotros éramos sanos cuando la salud no existía… El surf sana”, dijo Etchegoyen. “Sin dudas creo que el estilo de vida del surf es el que me mantiene surfando a esta edad”, completó Julio García, surfista de la misma época.

“Acá, a 200 metros, en ese edificio abandonado, estaba la Base de Infantería de Marina y siempre había un uniformado con un fusil. Y si vos pasabas una línea, te tiraba un par de tiros, generalmente al aire…”, contó Etchegoyen. “No sólo eso… En aquellos años si no obedecíamos las órdenes de salir del agua, te metían preso o nos multaban y sacaban las tablas. Mi madre Norma, abogada, tuvo que ir varias veces a recuperarlas a comisarías cercanas. Pero mirá cómo cambió todo que yo pasé de ser el presidente de una Asociación de un deporte mal visto y perseguido a recibir en estos días un reconocimiento del Concejo Deliberante marplatense. Básicamente, nosotros seguimos siendo los mismos de siempre, la que cambió fue la sociedad y la mirada hacia nuestro deporte”, resumió Aguerre.

Fue eso, un fin de semana de festejos, recuerdos y competencias. Recordar la historia, las luchas por permanecer, los avances y festejar el crecimiento, la permanencia y el sueño olímpico. Todo un logro. Todo un disfrute. Toda una nueva historia.