Opinión. También en este deporte, prohibido prohibir
Cualquier norma, artículo o ley que se base en una prohibición invita a la desconfianza. Inevitablemente surge la pregunta: ¿por qué se llegó a este extremo? En el polo fallaron las partes. Los jugadores, con sus excesivas protestas, y los referís, con su falta de conducción. Es cierto, se necesita autoridad, pero no autoritarismo.
Los polistas no son robots. Ignacio Heguy no es un robot. En el partido con La Dolfina, el Nº 2 de Chapaleufú II recibió un fuerte pechazo de un rival (en este caso no se analiza si fue foul o no). Su reacción fue un efusivo "¡eh!". Se pudo interpretarlo como manifestación de dolor, de sorpresa por el golpe o de queja al referí. Esto es lo que entendieron los jueces, que le quitaron el penal que le habían concedido. Pero los referís no pueden ser autómatas que de escuchar una vocal pasen a sancionar una falta técnica, y menos en un deporte como el polo, cargado de adrenalina y peligro.
Un buen juez sabe conducir un partido poniendo límite a las protestas. Ese camino se debería recorrer. No el de crear reglas para automatizar un deporte jugado por seres humanos.
lanacionar