Copa Davis: desde afuera se ve todo
Los líos de vestuario que acompañan cada intervención de la Argentina en la Copa Davis ya son motivo de comentario de analistas y observadores en otros puntos del planeta. La cuestión no debería sorprender: se trata de un deporte global y de una competencia que en 2012 involucró a 132 países en sus diferentes niveles de competición. La Argentina, por méritos reconocibles de sus jugadores, es un país visible en la escena internacional. Lo que hacen sus jugadores interesa desde el consumo informativo y los sistemas de entrenamiento que permitieron la aparición de figuras en diferentes generaciones, generan consultas y hasta pedidos de asesoramiento en varios mercados.
Que la Argentina, llegada la Copa Davis, sea divisada como la "nación-problema" tal vez nos haga correr el riesgo de la estigmatización, pero siendo sinceros, es una punta de iceberg que los diferentes equipos han dejado al descubierto. Se consiguieron tantos buenos resultados como conflictos acompañaron a esas actuaciones. Los tenistas y entrenadores argentinos son valorados, respetados y hasta queridos en aquellos lugares donde el tenis importa. Pero la historia argentina de la Copa Davis es la historia de sus líos.
Carlos Moyá es uno de los personajes extranjeros más consustanciados con el tenis argentino. Su vida tenística comenzó a tomar forma en nuestro país y sus frecuentes participaciones en torneos oficiales y exhibiciones lo llevaron a permanecer largas temporadas en Buenos Aires. No está decidido aún si Moyá es el más argentino de los españoles o el más español de los argentinos pero, bromas aparte, su andar por la Argentina se dio con una naturalidad que otros no lograron. Moyá hizo referencia a la situación argentina cuando escribió su crónica para El País, una vez que España y República Checa aseguraron su pase a la final. En su columna titulada Crédito ilimitado hasta sin Rafa, publicó: "(...) Para la final nos espera un viaje a la República Checa, que venció a Argentina a domicilio. Para muchos sorpresa, para mí no tanto. Me sigue sorprendiendo la de cosas internas que suceden en el equipo argentino, hechos que les impide llegar a conseguir esa ansiada Ensaladera que tanto se merecen (...)"
En palabras simples, sin necesidad de ventilar cuestiones que no sabemos si Moyá conoce, puso de relieve que desde muy lejos se puede advertir que la vida cotidiana del equipo argentino, en la semana de la Copa Davis, no logra ser placentera. Ni ahora ni antes. Carlos Moyá no fue el único. Peter Bodo, reconocido periodista norteamericano con abultado millaje por andar el circuito, se hizo eco en su blog de las palabras recientes de Guillermo Vilas con las que aseguraba su inexorable destino como capitán.. Atraído por esos dichos, Bodo describió con cierta extrañeza a Del Potro y Nalbandian como dos "Primas Donnas" que se disputan sus espacios en cada Copa Davis . Y cerró su texto con una recomendación: "Le diría a Vilas o a cualquiera que quiera ser capitán argentino que mejor se busquen un trabajo como limpiador de residuos nucleares: puede ser más divertido...".
Es evidente que la Copa Davis para la Argentina precisa una reformulación para que los equipos funcionen como tales. También para que los buenos resultados no frustren logros superiores que siempre parecen estar al alcance de la mano. La experiencia indica, y de eso debería tomar nota la AAT, que una misma manera de proceder arrojó los mismos resultados. Darle el "joystick" a alguien en particular no produjo un buen clima para compartir con el resto. Todos los que intervienen deben decir que pretenden con la Copa Davis. Hasta ahora la mecánica entregó buenos resultados a un costo alto de relaciones personales. No quedan muchos caminos. Cambiar la forma de hacer las cosas es uno. Correr las cortinas, para que no se vea desde afuera lo que pasa adentro, es el otro que queda.
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