Coric, la carta sorpresa del equipo croata, sueña con un batacazo

ZAGREB.- Le gusta el boxeo, su personalidad favorita en el deporte es Mike Tyson y dice sin dudar que aspira a ser número uno del mundo. Podría pensarse que Borna Coric, la carta sorpresa del equipo croata, es a sus 20 años un muchacho que levita de soberbia, pero poco hay de eso en él, y mucho es el tenis que le sobra. Ayer, tras entrenarse a fondo en el primer turno, Coric caminó un par de minutos hasta el gigantesco shopping center junto al Arena Zagreb y se pidió una ensalada. Lo acompañaban algunos asistentes del equipo croata. Pero algo no estaba bien en la ensalada, porque el tenista volvió al puesto de comida rápida en el que la había comprado y pidió un cambio. Luego curioseó en otro puesto que ofrece smoothies, jugos y wraps. Nadie lo molestó, nadie quebró la calma de la soleada tarde del miércoles pidiéndole autógrafos o -sí, aquello es una antigüedad- selfies. Coric era uno más.

No lo es, en cambio, para los argentinos. Aunque el capitán Daniel Orsanic está convencido de que su homólogo, Zeljko Krajan, elegirá a Ivo Karlovic para el segundo single, rival de Juan Martín del Potro el viernes, Coric viene en ascenso. Su pelota vuela en llamas y no hay señales de la operación de rodilla a que se sometió semanas atrás.

"Estoy en muy buena forma física, trabajando mucho en mi rodilla y en mi fuerza. Estoy realmente muy orgulloso de lo que hice en las últimas siete semanas", dijo el número 48 del mundo ayer a los periodistas croatas. Mientras Karlovic perdio cuatro de las cinco veces que se enfrentó a Del Potro, Coric sería una novedad para el tandilense, que jamas lo tuvo del otro lado de la red. El croata se deshizo en elogios hacia el argentino: "Probó que es un jugador de clase mundial, un jugador que puede vencer a cualquiera y ganar cualquier torneo".

Mientras Krajan decide quién juega -y lo decidirá con tranquilidad, porque Cilic está mostrando un nivel imponente en las prácticas- Coric impresiona en sus entrenamientos y admite que siente presión. Presión, sí, pero no por lo imaginable: "Estoy recibiendo una tonelada de pedidos de gente que quiere entradas".