Un Roland Garros para la historia. De la fiesta al drama
Después de esos dos primeros sets dominantes, Guillermo Coria ingresó en un declive físico y anímico que terminó en la dolorosa derrota ante Gaudio; en la conferencia de prensa el jugador de Venado Tuerto mostró una cara desconocida y desnudó toda su impotencia
PARIS (De un enviado especial).– El acento español de Manuel Poyán, comentarista de la cadena Eurosport, sonó como nunca en la sala de conferencias.
–Guillermo, ¿vas a ir a Queen’s?
Coria lo miró sin mirar. Ya estaba llorando. "Cuando pido una invitación, cumplo con mi palabra. Me voy a preparar para el césped y para olvidarme de esto".
Inmediatamente Coria estalló. La inglesa Mitzi Evans, que manejaba la conferencia de prensa, dijo que todo estaba terminado. Pero el N° 3 del mundo la miró y le dijo que no. Abrió una botella de agua mineral, se tomó la cabeza y lloró. Un rato antes le habían preguntado si volvería a tomar vitaminas. La bronca acumulada se hizo carne y Coria confesó públicamente su dolor. Se desnudó ante todos, con su padre Oscar y su entrenador Fabián Bengino como testigos. Y en un monólogo mostró una cara hasta ahora desconocida. Era el dramático cierre de un día que había comenzado para abrazarlo con la gloria y que terminaba con llantos de frustración e impotencia.
"Después de lo que me pasó con el doping (fue sancionado por siete meses por ingerir un compuesto vitamínico contaminado), soñé con este momento. Me quería sacar la bronca. En el tercer set me acordé del juicio, de lo que me dijeron los que estaban del otro lado. Me puse nervioso. No veía la hora de ganar, de largar todo lo que tenía guardado. Quería darle una alegría a mi familia, desquitarme de aquellos que me gritaban "falopero" por unas vitaminas de m… No tengo nada contra esas personas, pero perdonaron a Ulirach y a Rusedski y a mí me mataron (…)
"Llegué convencido a Roland Garros para sacarme todo, para ésos, para cerrarles la boca. Me jugó en contra, lo pensé demasiado (…) Ojalá Dios sea justo conmigo. No creía en Dios, lo insulté mucho, pero voy a creer por lo que hicieron mis amigos, Darío (Maida Ré, su contador), Carla (su mujer) y mi familia. Espero darles una alegría. Todo esto motivó mi derrota. Lo pensé demasiado y había empezado bien. Espero volver en el futuro y no defraudar a los que están conmigo. Voy a volver. Sobrellevé la muerte de mi tío, la de Matías (Sosa Salvador, su mejor amigo), la de mi abuelo, que pasó mientras jugaba un torneo. Pero estoy pensando sólo en eso. Voy a volver porque tengo unos h… enormes. Gracias y perdón por todo esto".
Inmediatamente, Coria se levantó. Atrás quedó la confesión de que en el tercer set comenzó a sentir calambres, las felicitaciones a Gaudio. Las pastillas que le dio el fisioterapeuta cuando empezó a sentir los calambres; los aciertos de Gaudio en los match-points; que nunca iba a abandonar porque se trataba de su torneo más querido, de que apenas tiene 22 años … Pero más que nada, Coria puso sobre el tapete la impotencia por una situación que lo marcó a fuego. Y que todavía le duele en el alma.
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