La devolución, el gran recurso de Diego Schwartzman en un circuito de jugadores altos
El Peque, uno de los más bajos del tour, venció a Ramos (17º) en la 1a rueda de Madrid
Tantas veces les dijeron a Ricardo y Silvana Schwartzman que su hijo Diego no tendría futuro en el tenis debido a su baja estatura (1,70 metro, según la ATP), que verlo agigantarse cada día más en el exigente circuito de las raquetas los llena de emoción, de orgullo. El Peque se consolida, torneo tras torneo, como el argentino más destacado de la temporada. Y esa condición no es por casualidad o arte de magia; al contrario. Detrás del eléctrico fanático de Boca Juniors hay un plan, una búsqueda de evolución. No quiso descansar en la zona de confort. Y por eso hizo ajustes técnicos, ensayos estratégicos, perfeccionamiento atlético. Ganó en confianza, en certeza mental. En Madrid, el cuarto Masters 1000 del año, el argentino dejó sin nada, con asombrosa pimienta, a uno de los mejores españoles del momento, Albert Ramos Viñolas, 17º del mundo. El triunfo fue por 6-1 y 6-3, en 1h10m. Hoy, desde las 7 de la Argentina, Schwartzman se medirá con el japonés Kei Nishikori (8º), por la segunda rueda, en el court Arantxa Sánchez Vicario, el segundo más valioso del certamen madrileño.
Antes del partido de ayer, el historial entre Schwartzman y el catalán Ramos Viñolas lo beneficiaba al argentino, por 1-0. Pero ese único antecedente tenía otras condiciones. En Kitzbühel 2015, el jugador de Náutico Hacoaj estaba fuera del top 65 y el zurdo español era 54º. Esta nueva victoria tiene muchísimo más valor: vale recordar que Ramos fue el último finalista de Montecarlo, donde superó, entre otros, a Andy Murray. “Traté de hacer un poco de memoria y jugar de forma similar a la de aquel primer partido. Él es un rival que ahora está mucho mejor que en aquel entonces. En 2015 las condiciones de la cancha eran parecidas a las de acá, porque era en un lugar rápido [como en Madrid, debido a los 670m sobre el nivel del mar]. Ahora jugué mejor que aquella vez. En el primer set aproveché que él no sacó bien, yo devolví bien y estuve sólido en las pelotas que quedaron en la mitad de cancha. En el segundo set él mejoró de arranque, pero me salieron las cosas muy bien”, dijo Schwartzman, satisfecho, en la zona mixta.
Una vez más, la devolución fue un recurso fundamental para el Peque. Es más: desde allí empieza a escribir la mayoría de sus éxitos. Según las estadísticas de la ATP, al tenista entrenado por Juan Ignacio Chela [en Madrid lo acompaña Leo Olguín], solamente lo superan en los números de las últimas 52 semanas el británico Murray, número uno del tour, y el español Rafael Nadal, quinto. Schwartzman, además, ostenta altos porcentajes de puntos ganados con el primer saque del rival, en puntos ganados ante segundos servicios y en games obtenidos con la devolución. “¿Por qué tengo esa virtud? Creo que porque soy bajito y tuve que aprender a devolver bien, porque si no, no podía jugar al tenis. Mi fuerte es devolver, es lo que mejor hago. Obviamente que en esta superficie [polvo de ladrillo] es un poco más fácil devolver, porque es más lento (...) En broma con mis entrenadores a principios de año decíamos que el objetivo era estar en esas estadísticas y luego seguir mejorando. Y viene saliendo. Tengo que devolver bien, porque con mi saque me pueden llegar a quebrar muchas veces. Es algo que practico día tras día”, explicó el Enano.
En el tenis moderno, la mayoría de los jugadores son altos. Pero Schwartzman no se amedrenta por ello. Al contrario. Suple las limitaciones imprimiéndole gran actitud a sus presentaciones. Además, la lucidez y la agresividad que está exhibiendo esta temporada, marcan la diferencia. “A nivel tenístico es el mejor momento de mi carrera. Me siento mejor que nunca dentro de la cancha y semana tras semana estoy compitiendo muy bien. Cuando entré en el Top 100 tenía 21 años recién cumplidos [ahora tiene 24] y a veces uno es joven, tiene que aprender un montón de cosas, venir a estos grandes torneos, conocer más a los rivales e ir aprendiendo año a año. Son cosas que llevan su tiempo. Por suerte me mantuve en el ranking, no me fui para atrás y eso a uno le dio confianza”, analizó Schwartzman.
Ricardo y Silvana ya pueden dormir tranquilos: su hijo, aquel al que muchos le auguraban un futuro pobre en el tenis, dio el salto.
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