Tenis / Opinión. El ejemplo de la receta francesa, que descarta a los salvadores
Por Andrés Prestileo Enviado especial
LYON.- No hay jugador que por sí solo pueda con la Copa Davis. Lo ingenioso y lo desafiante de su configuración reside en que la empresa de conquistarla rechaza la idea del héroe único, aislado. El enorme Guillermo Vilas dejó la piel durante años persiguiéndola, sin éxito, incluso cuando le apareció un ladero tan calificado como José Luis Clerc. Y como él, otros. El tejido de un equipo, sabemos, demanda predisposición para ceder en beneficio del bien común, buenas cualidades para la convivencia, actitudes de tolerancia.
Francia acaba de entregar un ejemplo estimulante y útil en ese sentido. En el grupo francés, que para esta nación hoy simboliza una contracara perfecta del que la representó en el Mundial de Sudáfrica, no pareció faltar ninguna de esas cualidades. Si tiene estrellas -y a Gaël Monfils no es descabellado encuadrarlo en esa categoría- no se notó más que por el rendimiento en la cancha, porque nadie asumió afuera la actitud de tal. Todo lo contrario: otra figura, Jo Wilfried Tsonga, a quien una lesión dejó al margen, prestó su presencia, su compañía en detalles tan ínfimos como cargarle el bolso a un compañero y hasta su voz de ascendencia sobre otros que sí jugaron. ¿Y quién viene siendo el artífice de este recorrido al que le falta apenas un paso? ¿Quién, si Francia levanta la Ensaladera por décima vez, habrá tenido un papel fundamental? Michael Llodra. Un jugador que a los 30 años vive una "segunda juventud", como hace poco dijo el capitán Guy Forget, pero que está algo lejos de la condición de fenómeno. Francia, está claro, no adhiere a la receta del salvador unipersonal.
lanacionar