El pronóstico de Franco Davin: "Estoy convencido de que Del Potro puede volver a pelear arriba"
Una charla a fondo con el ex coach del tandilense y Gaudio: un viaje a través de las emociones y de la felicidad: su experiencia como padre de Nacho, que nació con el Síndrome de Down
PARÍS.– Está preocupado, pero no por el tenis en sí, sino por los kilos. La pastelería francesa es una bomba de tiempo para Franco Davin , hoy entrenador del italiano Fabio Fognini . “Encima, vengo de Madrid y de Roma. El mes de canchas lentas es mortal a nivel comidas. Y con lo que nos gusta a nosotros las buenas cenas, si no te cuidás estás listo…”. Sonríe. Está contento en París. Le trae invariablemente recuerdos de ese 2004 mágico, cuando Gastón Gaudio le ganó una dramática final a Guillermo Coria y él lo festejó en la cabecera con Fernando Aguirre (preparador físico) y Olindo, un amigo del jugador. Un día antes se los vio juntos, sonrientes. Como si el tiempo no hubiese pasado.
Con 47 años, el pehuajense, casado con Mariana desde el 2000 y con dos hijos, Juana (15) e Ignacio (10), e instalado en Miami, tiene una mirada amplia sobre el tenis: sus recuerdos, los problemas que ocasionan las presiones, las desventajas con el primer mundo y lo que fueron y son Gaudio y Juan Martín del Potro en su vida. También, relata la experiencia como padre de Nacho, que tiene el síndrome de Down. Le brillan más que nunca sus ojos celestes.
–Tengo amigos en tu situación y me hablan de seres maravillosos, de su dulzura. Contame de Nacho.
–Un chiquito con síndrome de Down es una bendición, con todas las cosas que eso conlleva. ¡Son increíbles! Hoy justo estaba pensando una cosa que no me pasa con Juana. Hablo con él y me dice “Papá, Facetime, te quiero ver”. Me pide que pulse la aplicación para hablar como en videoconferencia. Pavadas, ¡pero son únicas! La experiencia que tenemos con Nacho es de locos. Nació con el tema del canal av, teníamos que operarlo del corazón. ¡Imaginate la revolución! Yo andaba con una jeringa para darle un medicamento todos los días, no te podías olvidar. Así hasta la operación. Es una vivencia que no te la esperás.
–¿Qué te cambió la llegada de Nacho?
–Tenemos unos amigos íntimos con un chico Down. Hablamos mucho con ellos. Hoy en día hay chicos con muchas cosas. Veo que hay mucho autismo. La verdad, los problemas que podés tener son nada a lo que un chico Down te da. Entiendo los miedos de los padres, muchas veces hablándolo con profesionales, sobre la conveniencia de tenerlos o no. Y pienso: ¡Qué lástima que la gente se plantee eso y no se de la posibilidad de probar!
–¿Y cómo es a nivel legislación tener un hijo Down?
–Como Estado no te conviene porque son chicos que te demandan que les des cosas. La Argentina está muy avanzada en las leyes, pero tiene cosas insólitas. Tenés que renovar todos los años el certificado de discapacidad. Resulta que venís con la cabeza rota porque no esperabas una situación así y te dicen que tenés que actualizar ese papel, de algo irreversible. ¿Me están jodiendo? Toda esa burocracia argentina que hace que quieras romper todo.
–Te meto en el tenis, pero relacionado con la familia. Fuiste coach de jugadores solteros. Fognini acaba de ser papá. ¿Cambia algo eso?
–Sí, obviamente. Más cuando se es primerizo. Pasás a darle la prioridad a otra cosa. Fabio tiene la ventaja que está casado con una ex tenista y eso ayuda. Flavia (Pennetta) entiende de esto.
–¿Y cómo te encuentra este momento de tu vida a nivel pasión? ¿Qué te despierta el tenis?
–El tenis siempre fue mi pasión. Lo empecé a disfrutar un poco más de entrenador. Como jugador no la pasaba bien yéndome de mi casa, viajando tanto. Eran épocas sin conexiones, llamando por teléfono, haciendo giras largas. Eso en mis tiempos de profesional. Porque la de junior es la mejor etapa de un tenista.
–Te podés tomar más licencias.
–Es la más genuina, la más deportiva y noble. Siempre les digo a los padres que están viendo los partidos de sus hijos: “Si viene alguien y les dice hay 1000 dólares al ganador”, automáticamente los chicos pasan de la sonrisa a una seriedad terrible. Cambia la atmósfera. El tenis sin plata es más noble, se disfruta más. Hoy ves jugadores que andan con 4 o 5 personas por lo menos, más algún perro. Es show.
–¿En aquella época de jugador vos te dabas cuenta de que ibas a ser entrenador?
–No, al contrario. Ni se me ocurría.
–¿Y por qué entonces, cómo surgió?
–Tuve la suerte de empezar a trabajar enseguida en la Asociación. Eso me dio una formación muy buena. Estaba Tito Vázquez, que es otro apasionado del tenis. También Alberto Osete. Siempre hay que seguir aprendiendo. Empezás a tener cantidad de chicos, a conocer la problemática.
–¿Cuál es tu secreto como entrenador?
–Ir con la verdad. Eso el jugador lo valora. Hay mucha mentira, gente que te dice que sos un fenómeno… Es clave ir con la verdad. Y después, algo vital: el análisis del jugador, saber para qué está. Y ahí empezar. A veces el jugador te responde, en otras no. Por lo general al jugador cuando ve que vos le decís cosas que le dan resultado, se relajan y los incita a entrenar. Me pasó que me dijeran “a este jugador no le gustaba entrenar” y ahora tiene ganas. Y yo sé por qué tiene ganas: no conozco ninguno al que no le guste ganar.
–Pero no siempre se puede.
–Claro, este es un deporte en el que perdés por lo menos en el 80 por ciento de los torneos. Y si ganaste ese 20%, firmalo, porque quiere decir que jugaste 20 torneos y ganaste 4. Y no sé cuantos jugadores ganan 4 torneos al año. Es difícil mantenerlo con mentalidad positiva porque se van perdiendo todas las semanas.
–Es valioso forjar al jugador para que sepa perder.
–Totalmente. En deportes individuales es difícil, porque la derrota se la come siempre él. Ahí me pongo del lado del jugador. Es difícil. Federer tiene 35 años. Hasta esa edad puede jugar cualquier tenista que se cuide más o menos. Pero fijate que arrancan a los 8. ¡Tienen casi 30 años jugando a esto! Con todos los procesos que tiene la vida, con altos y bajos. Por eso armar un equipo es importante. Darle contención, que estén todos comprometidos con lo mismo.
–Sos el único coach argentino que tiene dos títulos de Grand Slam, y de los nuestros. ¿Que sentís?
–Me da orgullo que me haya pasado eso y viviendo una etapa en la que se está hablando de los mejores de la historia, como Federer, Nadal, Djokovic y Murray. Tanto Juan (Del Potro) como Gastón (Gaudio) se metieron en medio de estos tipos, siendo ellos mejores. Lo comparo con Sabatini en la época de Graf y Seles. Se le machacaba que no era 1, pero las otras, que por ahí no jugaban lindo, eran mejores. Me gusta haber luchado contra estos monstruos. Cuando Juan le ganó a Federer en Basilea vi la ovación más grande de mi vida a Roger. Tres minutos aplaudiéndolo de pie. Y le ganó en su casa. Gastón también sacó grandes situaciones adelante. Es lo que te motiva a estar acá. Muchas veces pienso que puedo dejar, quedarme en casa, pero hay algo que me motiva a seguir. Siento que tengo para dar un poco más.
–¿Cómo están los tenistas con la tecnología hoy?
–Mirá, los chicos no hablan de tenis. No hablan de nada. Están con el tema tecnológico. Los está quemando. Les hace creer que hay mucha gente atrás de ellos y no es verdad. Que tengas un millón de seguidores no quiere decir que ese millón esté pendiente de vos. Les hacen creer que todo lo extra tenis los hace facturar y se pierde el foco de la realidad. Los chicos están pasados de rosca. Chicas que aparecen flaquitas por un tema de imagen y no por un tema de tenis. Otras que caminan agrandadas. Tenés la suerte de practicar un deporte en el que te pagan bien, pero nada más.
–Te digo Gaudio. ¿Qué representa?
–Tengo un cariño especial. Con él y con Juan me pasan cosas que no me pasaron entrenando extranjeros. Tenés mucha relación familiar. Y eso hace también que sufras más todo con ellos. Que lo vivas. A Gastón lo quiero mucho. Me hubiese gustado que hubiese seguido jugando un poco más al tenis. Pero damos mucha ventaja viviendo en la Argentina. Con calidad de vida es otra cosa.
–Del Potro hizo cosas importantes, tuvo mala suerte con las lesiones. ¿Puede volver a pelear arriba?
–En su mejor momento, los grandes estaban en su esplendor. Un Del Potro del 2009, del 2012 hoy, les hace un desastre. Les pelea el 1. Tuvo mala suerte. Sí, estoy convencido de que puede volver.
–¿De qué depende?
–Depende de él, pero no es decir quiero o no quiero. Depende de un par de decisiones que tiene que tomar de vida. Si él decide que su prioridad es el tenis, tiene que actuar en consecuencia. Tiene unas condiciones increíbles. Es un crack. Pero hoy ni el 1 es suficiente. Fijate que ni ganar la Davis alcanza.
–¿Te sorprende lo que pasa con la Davis, las polémicas?
–No, porque como sociedad no estamos bien. No me sorprende que la gente trate así a Messi, a Favaloro. Tenemos cantidad de ejemplos. ¡Somos un desastre! Me gustaría que Del Potro hablara un poco más. Sufrió mucho el no hablar. Siempre habló dentro de la cancha y no le dio resultado. Tendría que contar todo lo que vivió con la Asociación. Le hicieron daño, no lo merecía.