El tiempo pasa, las torpezas siguen
¿Qué se puede extraer de la confusión sino mayor confusión? El juego de palabras no tiene como intención marearlo, todo lo contrario. Para quienes pensábamos que en el recuerdo habían quedado aquellas historias de tiempos de Vilas-Clerc, de corbatas, solicitadas, capitanes puestos por uno y protestado por el otro, de porcentajes de ganancias, lo que acaba de ocurrir, con la petición masiva para que Gustavo Luza deje su cargo, está lejos de lo coherente.
Lo primero que se me ocurre es que hay que ser más humilde. Porque si bien, para sus adentros y en charlas íntimas, Coria y Nalbandian puedan suponer o jactarse de que, juntos, están para ganar tres o cuatro veces la Copa Davis, omitir que el destino también ocupa un papel preponderante en cualquier emprendimiento representa un acto infantil y de inmadurez. Ya han comprobado, las nuevas gemas del tenis argentino, que sus físicos no son inmunes a las exigencias de circuito y más de una vez debieron dar un paso al costado. Descartar eventuales dolencias en el futuro, un cuadro con partidos riesgosos como visitantes o simplemente la posibilidad de que se puede perder, son detalles que están en las antípodas de lo microscópico. Las chances van pasando. Pasaron, incluso a Vilas, en el año en que la Argentina pudo ganar la Copa: 1980. Esas mismas posibilidades pueden pasar para Coria, Nalbandian y los otros doce que suscribieron el acuerdo para echar a un capitán... que no juega.
Lo peor de todo es el cinismo. Seguimos escuchando, salvo algunos casos, a los principales referentes señalar que no tienen problemas con Luza; es más, Coria hasta señala que le parece bárbaro que continúe como director de la Escuela nacional. Un golpe bajo.
Todos se quejan. Nadie lo quiere. Antiguos referentes del equipo que hoy no pueden dominar su psiquis dentro de la cancha para asegurar un resultado se enojan porque no los convocan. Y como broche, sale Morea, con plancha arriba en la jerga futbolera, a decir: "De ahora en más, elegiremos el capitán sin consultar a los jugadores". Acaso quieriendo respaldar a Luza, que más que ese espaldarazo dirigencial debe necesitar encerrarse en una habitación con los 14 rebeldes y preguntarles por qué.
Diez años estuvo la Argentina vegetandoen la Zona Americana. Volvió al Grupo Mundial de la mano de esta camada que tantas alegrías brinda durante muchas semanas al año jugando por y para ellos mismos. Ahora, creen tener la receta para ganar la Davis. El tiempo dirá si el tenis nacional no habrá cometido otra torpeza mayúscula. En el procedimiento, ya lo fue.
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