Federer es real
La primera visita de Roger Federer a la Argentina, que se hizo esperar tantos años, se demoró un poco más dentro de la cancha montada en el partido de Tigre por razones ajenas a la responsabilidad del suizo. El incidente en las tribunas (ver página 3) postergó 1 hora y 15 minutos la presentación del gran Roger. La incertidumbre creía a la par de la ansiedad y la expectativa por ver al que bien puede ser considerado como el mejor tenista de la historia. A su regreso a Suiza, Federer tendrá para contar vivencias muy diferentes a las que le suceden en sus muchas temporadas en el circuito. La pasión y admiración que despertó cada uno de sus actos públicos tuvieron el correlato de cierta desorganización e imprevisión.
De chomba lila y pantalón negro, Federer recibió una ovación cuando apareció en la cancha, con dos bolsos cargados sobre los hombros. En las primeras filas, su padre, Robert, seguía todo con ojos de asombro. Juan Martín del Potro también se llevó un caluroso saludo. No se oyeron recriminaciones por el desencanto que dejó su última participación en la Copa Davis ante República Checa, en el Parque Roca, cuando se bajó del último día de la serie a causa de una lesión.
Tras el retraso, el partido empezó a las 21.45. El clima distentido de una exhibición estuvo más en las tribunas que en la cancha, donde tanto Roger como Delpo jugaron con bastante intensidad y se exigieron para pegar los mejores golpes. Todo en medio de murmullos, algunos gritos pretendidamente graciosos hacia Susana Giménez y un abucheo cuando el juez Norberto Oyarbide se levantó para retirarse en el segundo set. Lejos estuvieron los jugadores de sentirse incómodos en
Mediante diferentes banderas, en el estadio también se reflejó la asistencia de espectadores de Uruguay, Parguay y Chile. A los récords tenísticos, el suizo también les agrega las plusmarcas que genera por su sola presencia. Su paso por Buenos Aires quedará como el partido de tenis que más espectadores convocó en la historia del deporte de nuestro país: 19.500 personas estuvieron anoche en Tigre. Por encima de las 14.000 que caben en el Parque Roca. Convertido en leyenda del deporte, Federer estaría en condiciones de llenar una cancha de fútbol si el tenis fuera una actividad visible para los grandes estadios.
Aumenta el show
El partido se extendió a tres sets, a gusto del público, que siempre quiere ver un poco más de dos estos dos exponentes. La anécdota del resultado dirá Del Potro se impuso por 3-6, 6-3 y 6-4. No sería de extrañar que hoy la victoria fuera para Federer. Acá no hay alegría por el triunfo ni decepción por la derrota. Sí mucha voluntad de pasar un rato agradable, de jugar sin presiones y hacer que la gente disfrute con algunos buenos puntos (el saque y el revés a una mano de Roger). Es la ocasión para que los jugadores interactúen un poco con el público como no ocurre durante el circuito, cuando deben estar muy concentrados en ese rectángulo dividido por una red.
Con la mejor predisposición, ya en el tercer set, cuando todo se hacía cada vez más ameno, Federer accedió al pedido de tirar algunas pelotitas a las tribunas. E hizo una muestra más de su precisión al alcanzarle de lado a lado la pelotita a un ball-boy. Federer no tiene una personalidad muy desinhibida, pero entiende perfectamente los instantes en que debe interpretar una actitud más hilarante y descontracturada. Su pulcritud suiza se adapta a la espontaneidad del escenario latino. En eso también es un N° 1 por su capacidad para dominar los diferentes registros de la noche.
Del Potro revirtió la desventaja y se impuso en los dos sets siguientes. En el primer match-point que dispuso, el tandilense atrapó el triunfo con el revés del N° 2 del mundo que quedó en la red. Tampoco era cuestión de estirarse mucho. Ya había pasado un buen rato de tenis, el público se sentía complacido y había que reservar algo de show e histrionismo para la función de hoy.
DIXIT
Federer
Del Potro

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