El enfoque. Federer,un artista en armonía
Jamás una temporada había perturbado tanto a Roger Federer. En 2013, los pinchazos en la espalda lo llevaron a un terreno, prácticamente, desconocido. Ello, más el paso del tiempo, la pérdida de precisión en sus siempre elegantes golpes, la falta de pimienta en las piernas y la falla de concentración en los momentos clave de las batallas, lo acarrearon a terminar el año como número 6 (casi que una falta de respeto para tanto talento, para semejante leyenda del deporte). Terminó con récord negativo en enfrentamientos ante jugadores del top 10 (4 victorias y 10 derrotas), tuvo dolores de cabeza y diversos tropiezos ante rivales que en condiciones naturales ni lo deberían haber fastidiado (Daniel Brands, Federico Delbonis, Sergiy Stakhovsky). Con 32 años, récord de Grand Slams ganados (17), 77 títulos y casi US$ 80.000.000 embolsados sólo por premios de torneos, el suizo no tenía necesidad de buscar avances. Pero de ese modo no se sentía pleno, no estaba feliz pese a tener casi todo lo que una persona aspira en la vida: salud, una familia, hijos, el respeto del otro, una sólida posición económica. Todo tenía Roger, menos la sonrisa de su raqueta, de su pincel, ese que lo había ayudado a ilustrar las mejores obras.
Federer entendió que necesitaba un golpe de timón, sí, aunque ya fuera una gloria y nadie le reprochara nada. Tras el ingrato circuito 2013, descansó, no se desgastó jugando exhibiciones (algo que había hecho en América latina durante finales de 2012), se recuperó de las molestias musculares, y, tras minuciosos ensayos, aprobó la utilización de una raqueta más liviana y grande que la usual -aro 98 en lugar de 90- con el objetivo de ganar potencia extra en los tiros de fondo. Además, en una fusión estética casi inigualable, sumó a su equipo a Stefan Edberg. La postal de los dos ex N° 1 estrechándose la mano después de cada sesión de entrenamiento simboliza el respeto, la caballerosidad.
Pero el sueco también le añadió chispa a Roger y algunas modificaciones estratégicas. Así, en lo que va del año, se lo observó al suizo con mayor agresividad, movimientos corporales ajustados (hasta defensivamente más atento) y, sobre todo, arriesgando y tratando de cerrar muchos puntos en la red. Pero, especialmente, se distingue un Federer feliz, que anunció estar esperando su tercer hijo con Mirka Vavrinec. Puede perder en las semifinales de Australia con Nadal, su kriptonita, pero ya demostró que está otra vez en el camino, amenazante. "¿Cómo lo veo? Lleno de armonía", lo describió el australiano Neale Fraser, ex figura del tenis, en El País de España. "Sigo amando competir, quizás haya algo grande a la vuelta de la esquina. Sólo el tiempo dirá si es posible o no", se ilusionó Roger, que está de regreso. El tenis, sonríe.
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