Tenis | La final de la Copa Davis. Inolvidable, más allá de la derrota
En Moscú, la Argentina perdió 3-2 ante Rusia, que conquistó la Ensaladera de Plata; Nalbandian le ganó a Davydenko y Acasuso perdió el match decisivo con Safin
MOSCU.– La imagen, desde los ojos argentinos, duele y satisface al mismo tiempo. De un lado, Rusia festeja rodeando a Marat Safin, cada vez más ídolo; del otro, el equipo argentino, con la misma energía que empleó en el Parque Roca para tirarse de cabeza sobre Nalbandian y Calleri cuando le ganaron el dobles a los australianos y sellaron el pase a la final de la Copa Davis, saltó a la cancha para ponerle el hombro y los oídos a José Acasuso. El dolor no hay que explicarlo: es obvio. La satisfacción, no sólo deportiva sino también humana, está representada en la actitud de estos chicos que soñaron con marcar un hito en la historia del deporte argentino y no lo concretaron. Lo que hay detrás de la fachada se vio en ese instante. Y del primero al último, ahí estuvieron.
Nunca la Argentina tuvo tan a mano la Ensaladera de Plata. Obviamente el dobles tuvo un valor preponderante en la serie, que terminó coronando por segunda vez campeón a Rusia, ganador por 3-2, en el estadio Olímpico. Sin embargo, no dejó de pelear, estiró el dramatismo y avivó la ilusión con la gran victoria de David Nalbandian sobre Nikolay Davydenko, en 2h39, por 6-2, 6-2, 4-6 y 6-4. Y cayó de pie, en el quinto punto, con Acasuso, que batalló por 2h50m con Marat Safin antes de perder por 6-3, 3-6, 6-3 y 7-6 (7-5). Fue el primer título para Rusia como local: en 2002 triunfó en París.
Será, ésta, una final de la que se hablará por un buen tiempo; como se debatió la eliminación en Alemania 2006 y la no entrada de Messi, o el revés con España en Japón y si fue la mejor opción –cortar con foul y tener un lanzamiento vía Nocioni– para cerrar la semifinal del Mundial de básquetbol. Acá –y todas las opiniones son respetables– percutirán las teorías sobre si resultó acertada o no la inclusión de Chela el primer día ante Davydenko, o si debió estar Cañas entre los cuatro.
Ahora hablo en primera persona: así como entendí las razones de José Pekerman en Alemania y de Sergio Hernández en Japón, comparto las de Alberto Mancini. Los tres pensaron las cosas mucho más allá de lo que las podemos razonar cualquiera de nosotros. Ya sé, alguien dirá: ninguno dio en la tecla porque no ganó. Le contesto: no es razón suficiente para decir que se equivocaron.
Volvemos al Día D. No quiero olvidarme de Nalbandian. Le pasó de todo en este último mes. Asumió la condición de líder y respondió. Le ganó muy bien a Safin y al N° 3 del mundo, sin olvidar que venía de la falsa actuación en el dobles. Davydenko apenas pudo sacar la cabeza en el tercer set, más que nada porque David no sostuvo la intensidad con la que había arrancado, demoliéndolo con cambios de ritmo. Nunca le jugó dos pelotas iguales, además de buscar aceleración por sorpresa. Tuvo autoridad, rescató muchos puntos de esos que inciden y cuando se le podía complicar (0-2 en el cuarto), reasumió una actitud más enérgica, definió y le pasó la posta a Acasuso, que entró fresco y con la cabeza sin secuelas; si hubiese jugado el viernes y perdido, no sólo habría acumulado desgaste: también sensaciones negativas.
La única duda era si no le pesaría el partido que podría marcar su historia y la del tenis nacional. También estaba la incógnita de cómo haría para vulnerar a Safin, hombre con mayor experiencia y talento. Dos lecturas finales: Acasuso jugó a la altura de lo que significaba el cotejo. Safin, también. Mostrando su jerarquía. Por más que un encuentro dure casi 3 horas, se disputen 229 puntos (118 del ruso, 111 para Chucho) y se produzcan muchas idas y vueltas, hay dos o tres momentos cruciales. Y ahí se definió la Davis.
Pasaron dos sets, con un quiebre por lado. Acasuso podía jugar, tener agresividad y poner la pelota dónde quería y no dónde podía, todo sustentado en su primer servicio. Safin respondía también con su saque –hizo 16 aces contra 6 del argentino– y mayor variedad. Cuando quedó 3-0 y 4-1 en el tercero, no se vislumbraba la reacción. Era un set vital; costaba imaginar al local resignando los dos últimos si se adjudicaba ése. El argentino fue atendido en el descanso y salió impulsado por una fuerza superior. Jugó un séptimo game brillante y sembrando dudas en el estadio. Ahí, en el 3-4, estuvo la primera gran chance para poner a Safin bajo presión. Pero Acasuso cedió en cero su saque y se le fue.
Ya no podía fallar. Y no se dejó caer. Fue, el cuarto, además de emotivo, un set particular: llegaron el tie-break sin demasiada resistencia en sus games de saque. El ruso sólo se concentraba en hacer efectivo el servicio, sin desgastarse en los de Acasuso. Tal vez sintiendo el cansancio de los días anteriores, jugando con la ventaja de estar dos sets a uno. Qué hubiera sucedido en el quinto es incomprobable, sobre todo en lo mental, más que en lo físico.
El tie-break mostró su punto esencial en un revés paralelo para 3-1 de Safin, que metió todos los primeros saques, poniendo a Acasuso en la incomodidad de ver cada vez más cerca el final. Aun así, en la última pelota tuvo el control para igualar 6-6, pero la derecha explotó en la red y el sueño se hizo trizas.
Un sueño que comenzó en febrero y terminó contra un fuerte rival, como visitante, sobre una cancha que no favorece y llevando la incertidumbre hasta el último punto. Chocan las imágenes de desazón y los ojos que no quieren mirar demasiado la Ensaladera. No choca el mensaje que dieron estos chicos. Si mañana, más fríos, sienten orgullo por lo que hicieron, está muy bien. Se lo merecen.
- Otra vez se excedieron con el Ojo de Halcón
Hubo muchos pedidos en la primera jornada, pocos en la segunda, y demasiados en la tercera para el Ojo de Halcón (Hawk Eye), el sistema que permite revisar los piques dudosos: 18 en Safin-Acasuso (9 cada uno), y 9 en Nalbandian-Davydenko (8 pidió David y 1 por Kolya). Algunos, en especial de Safin, fueron absurdos, ante piques más que evidentes.
EL EX NUMERO 1 APARECIO EN EL MOMENTO CRUCIAL
La experiencia y la calidad de Safin
El ruso parecía cansado y se concentró en llegar al tie-break de la mejor manera posible. Ahí mostró su categoría: no erró saques, jugó con la ventaja de estar un set arriba y de poner a Acasuso bajo la presión de no poder fallar.
LA GLORIA SE LE ESCAPO EN UN PAR DE PUNTOS
La grata respuesta de Acasuso en el quinto punto
Jugó el partido más importante de la historia del tenis argentino y lo hizo a la altura de las circunstancias. Rindió de la forma esperada y la posibilidad de entrar en los libros se le escurrió en un par de momentos cruciales.
ESTIRO EL SUEÑO CON UNA ACTUACION NOTABLE
Una despedida con el sello de Nalbandian
No tenía más chances la Argentina que ganar los dos últimos singles para aspirar a la gloria. El cordobés jugó un gran partido y por algunos pasajes hasta hizo parecer un mediocre tenista al N° 3 del mundo, Davydenko.
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