Juan Ignacio Londero, antes de jugar en Buenos Aires: "Es como si estuviera en un sueño, pero estoy despierto"
Esta semana comenzó a sonar un nuevo nombre dentro del mundo tenis. Un jugador desconocido por los ajenos al deporte, pero conocida su historia y personalidad dentro del circuito. Cordobés pura sangre, su tonada es indisimulable, que combina con una sonrisa que cubre su rostro, y que seguramente le durará varios días. Desde 2008, con David Nalbandian en Buenos Aires, que un argentino no levantaba un trofeo en el país, y este domingo le tocó a él salir campeón, en su provincia, con su gente y en el debut del torneo.
Juan Ignacio Londerose coronó en el Córdoba Open, el nuevo torneo ATP 250 del país. Fue todo un logro para el jugador de Jesús María, quien ingresó al cuadro principal luego de recibir una invitación, y transitó una semana de ensueño. Vivió momentos únicos, impensados hace algunos meses, y alcanzó un logro sin ceder sets -hasta la final- que lo ilusiona con futuro inimaginable.
"Todo esto es un sueño, es muy loco. Son muchas sensaciones nuevas, encontradas. Es como si estuviera en un sueño pero no, estoy acá despierto, intento asimilarlo, que no es nada fácil", señala Londero horas después del triunfo. "Fue increíble, llegué con las expectativas que podía ganar un partido o dos, sentía que estaba a nivel de poder hacerlo. Pero después por como se dio el torneo, fue increíble. Estar a 40 kilómetros de mi casa, con toda mi familia y amigos fue un sueño para coronar toda esta semana, para dejarla en un cuadrito y dejarla en la vidriera para toda la vida."
Sus ojos delatan pocas horas de sueño producto del cansancio, pero también de la euforia, la alegría, la adrenalina que aún no termina de procesar. A penas pasaron unas horas, cuando el domingo a las diez de la noche Guido Pella golpeó con fuerza la bola contra la red y quedó de su lado.
"En el momento del match point me tembló todo. Le dije a mi entrenador -Andrés Schneiter-que me vaya gritando "punto a punto" y que me haga sentir que era un partido de entrenamiento que ya terminaba el set, para poder poner intensidad, mover las piernas, pegarle a la bola", describe el jugador de 25 años.
"El público me ayudó mucho en la final. Pensé que estaba un poco cansado pero no. Me di cuenta que era todo mental. Por suerte el público me alentó, fue clave", agrega.
-¿Cómo fueron los festejos? ¿Cómo pasó la noche el campeón?
-Viajamos en auto después del partido porque no había pasajes de ningún tipo por el partido Belgrano-Boca. Así que nos vinimos en la camioneta de mi madre. Dormí muy poco todo acurrucadito ahí en un rincón de la parte de atrás. Me dolía el hombro, los gluteos, las piernas, pude dormir más o menos dos horas, no más.
-Y ahora, ¿cómo se da vuelta la página y se piensa en el Argentina Open?
-Por suerte me vengo tomando muy tranquilo, no estoy alterado, ni me siento raro. Cuando terminó la final, fue una locura pero ahora tomo este torneo como uno más. Lo prefiero así y no pensar en ‘ya está, ahora me relajo’, eso creo que puede llegar a ser peor. Así que prefiero tomarlo así, con calma, como soy yo.
Este resultado es fruto de todo el trabajo realizado. Londero tuvo una muy buena temporada, en 2018 donde ganó dos torneos Challengers, llegó a una final y cuatro semifinales. Además enfrentó a varios jugadores que fueron top 100. Todo esto lo ilusionó para llegar motivado a Córdoba. Pero también le atribuye este buen desempeño a la exigente pretemporada que realizó junto a su entrenador, al preparador físico Martiniano Orazi, y al trabajo mental que incluyó clases de yoga, meditación y el manejo de la respiración, una herramienta que puso en práctica esta semana.
"Gracias a Dios se me cruzó el Gringo. Hoy en día no sé si sería el mismo jugador que soy si no fuera por él. Quién soy se lo debo a él y a Lucas Trette, una persona que siempre estuvo atrás mío y me ha apoyado desde chiquito", señala agradecido.
De abandonar el tenis a vivir el mejor momento de su carrera
Londero, como muchos tenistas argentinos, trabaja intensamente para alcanzar sus sueños. No es fácil, hay gastos que afrontar, sobrepasar los resultados negativos, y los largos viajes son piedras que se ponen constantemente en su camino. Por eso en 2017 decidió dejar el tenis, sintió que era la decisión acertada. Si bien apenas estuvo afuera unas semanas, el cordobés siente que fue cuando maduró.
"El 2017 fue un año de maduración tremendo. Me sirvieron mucho esas semanas. Estaba solo y había que empezar a tomar decisiones. Mi familia me apoyaba mucho, pero tenía 23, 24 años y tenía que soltar ese rol de ser un nene y dejar de preguntarle a las personas qué hacer y qué no", explica.
-¿Es dura la vida en el circuito de torneos Future y Challengers?
-Es difícil, son muchos gastos. Hay que pagar los pasajes tuyos y de tu entrenador, las comidas, los honorarios. Es un gasto muy grande todo el tiempo. Viajamos cada dos semanas por mucho tiempo. Por eso hay momentos del partido en los que pensás "acá no pierdo ni loco porque necesito esta plata, me quedo sin ese ingreso".
-¿Hoy pensás igual?
-La verdad que hoy en día estoy más contento por haber ganado un torneo de la categoría ATP, que por haber ganado el dinero. Valoro el logro deportivo. Pero me lo preguntabas una semana atrás y te digo "dame la plata". Hoy te puedo decir que fue un logro personal muy grande haber ganado este torneo.
-Hace algunos años casi te nacionalizás mexicano para disputar la Copa Davis, ¿Por qué?
-Lo estuvimos analizando mucho ese tema por el apoyo económico que significaba, no era un momento fácil. Menos mal que no salió, porque estaba muy embalado con la idea. No me ayudaba nadie, no estaba bien económicamente y necesitaba dinero para salir a jugar. Ahora a la distancia agradezco que no se avanzó. Llegar a tener una oportunidad de jugar una Copa Davis con la Argentina, sería increíble. Me hubiera muerto si estaba jugando para México ahora.