La batalla del tenis por el calendario, los millones y la atención del público
La batalla reformista que anima el tenis es un caso ideal para analizar cómo crujen actualmente los cimientos del deporte. Los escenarios que se definen como tradicionales están en revisión y todos los deportes exploran nuevas propuestas para capturar la atención de los fanáticos. El tenis vuelve a sacudirse como no lo hacía desde finales de los ochenta, cuando un grupo de jugadores se autoconvocaron en el parking del US Open para protestar por la asimetría en el reparto de los ingresos del juego. Así nació en 1990 el ATP Tour.
El próximo 16 de agosto la Federación Internacional de Tenis deberá votar en su asamblea anual general si acepta la oferta de 3 mil millones de dólares para reconfigurar la Copa Davis desde 2019. La propuesta fue acercada por el grupo inversor Kosmos, que tiene como rostro convocante al futbolista Gerard Piqué y a la enorme estructura de Rakuten, compañía japonesa de comercio electrónico, como sustento de una inversión a 25 años. El cambio propuesto: 18 equipos jugarán el Grupo Mundial en noviembre sede única y en febrero se celebrarán las tradicionales series "local-visitante", para ganarse un lugar en esa semana dorada. 3.000 millones de dólares sobre la mesa para cambiar una competición de 118 años de vida.
David Haggerty, presidente de la ITF, asegura tener los dos tercios mayoritarios para la nueva Davis. Es su propio pellejo el que está en juego con semejante nivel de reformas. Federaciones como la belga y la alemana están abiertamente en contra. Varios jugadores también.La respuesta más contundente a esta modificación de la Copa Davis llegó desde la ATP, el brazo profesional del juego.
Chris Kermode, CEO de la ATP, comunicó a comienzos de julio que su organización desempolvará la Copa Mundial por Equipos. Su plan es reinstalarla en enero de 2020 en Australia con 24 equipos y premios por 15 millones de dólares. Se trata de la copa que se jugó en Düsseldorf entre 1978 y 2012 y que la Argentina ganó en cuatro ocasiones. En este caso organizada por la ATP junto con Tennis Australia y apenas con seis semanas de diferencia de la nueva Copa Davis que proyecta la ITF. Las dos organizaciones entienden que sus competencias entran en conflicto con tanta cercanía en el calendario. Conversan, pero por el momento no ceden.
El fortalecimiento económico de la Copa Davis a expensas de su tradición y la reinvención de la Copa Mundial por parte de la ATP tienen un factor en común: el atractivo de la competencia por equipos. Cuando el tenis piensa cómo generar un entusiasmo que no dependa solamente de los resultados de sus figuras, encuentra un camino en lo colectivo. El más individualista de los deportes individuales aprendió la lección con una joya del entretenimiento como la Laver Cup.
Con un esquema tomado prestado de la Ryder Cup del golf, el cruce entre Europa y el Mundo generó una atmósfera divertida en su primera edición jugada el año pasada en Praga. Ahora tendrá su segunda edición en Chicago con el desafío de mantener el mismo magnetismo. La cuota local estará garantizada con la participación de Diego Schwartzman. Entre lo tradicional y lo novedoso, el tenis va rumbo a una batalla interna y externa por los millones de dólares, el calendario, las estrellas del juego y la atención de un público cada vez menos fiel.
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