La novedosa incorporación del US Open para combatir el calor extremo: un ventilador portátil y "de hielo"
Las altas temperaturas suelen ser un obstáculo grande para los tenistas durante el US Open, el último Grand Slam del año. En 2018, por ejemplo, las jornadas sofocantes y con alta humedad (como suele ocurrir en Nueva York en esta etapa del año) dejaron malheridos a muchos jugadores y hubo varios abandonos. Entonces, los organizadores del torneo pusieron en marcha una regla de "Calor extremo" que les otorga a los protagonistas un descanso de diez minutos entre el tercer y el cuarto set, en partidos individuales de hombres, y entre el segundo y el tercer parcial para las mujeres.
Esta temporada, además, el Abierto de los Estados Unidos incorporó una novedosa manera de atenuar el calor: ventiladores portátiles conectados a heladeritas llenas de hielo. Eso hace que el aire que expulsa esta especie de aspiradora sea muy frío.
"Todo el mundo siempre habla de lo caliente que está en Melbourne, pero el Abierto de Estados Unidos es peor", dijo el año pasado la australiana Samantha Stosur. Es verdad que el primer Grand Slam del año suele tener temperaturas extremas, pero el US Open no es menos sofocante. "No me iba a morir dentro de la cancha, no da para eso", lamentó en 2018 el correntino Leonardo Mayer, que debió abandonar en su match de primera ronda frente a Laslo Djere (Serbia) cuando perdía 6-4, 6-4 4-6 y 2-1. El propio Novak Djokovic necesitó asistencia médica en uno de sus partidos y Rafael Nadal utilizó un novedosos "chaleco de hielo", una prenda de ropa con hielo en el interior cuyo propósito es bajar la temperatura corporal.
Para esta primera jornada del US Open están pronosticados 24 grados y 65% de humedad, pero para los próximos días se esperan temperaturas mucho más altas. La semana pasada, mientras se jugó la clasificación y muchos jugadores del cuadro individual ya se instalaron en Nueva York para practicar, el calor se hizo presente. De hecho, el croata Borna Coric ya estrenó el ingenioso ventilador portátil durante el descanso en un entrenamiento.
Los colapsos por el calor en el Abierto de los Estados Unidos tienen muchos antecedentes. En 2015, por ejemplo, el local Jack Sock padeció un momento de suma preocupación. En un partido frente al belga Ruben Bemelmans, por la 2ª rueda, ganaba Sock por 6-4, 6-4, 3-6, 1-1 y sacaba 30 iguales. Pero el estadounidense, que venía luciendo movimientos inconexos, el rostro acalorado y la mirada perdida, en un momento empezó a caminar con dificultades, tocándose el muslo izquierdo y ya no pudo más. Mareado, dejó caer la raqueta, rápidamente fue asistido, lo hicieron recostarse en la cancha, le realizaron masajes en la espalda y le colocaron toallas con hielo en el cuello y los muslos. Sock estuvo por desvanecerse y fue ayudado por dos personas para que se pudiera retirar de la cancha. Aquel día, la temperatura en Nueva York había alcanzado los 34°.
Otro momento casi dramático se produjo en 2010, en el partido entre la bielorrusa Victoria Azarenka y la argentina Gisela Dulko. La europea perdía 5-1 cuando se desplomó en el fondo de la cancha, fue atendida de inmediato y debió retirarse del court en silla de ruedas.
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