"Si jugábamos 20 sets, no le ganaba ni uno": la confesión de Leonardo Mayer tras perder con Roger Federer
PARIS.- La leyenda viva no permitió lo que hubiera sido una epopeya. En su primer paso por los octavos de final de Roland Garros, a Leonardo Mayer le tocó tener del otro lado de la red a Roger Federer. Y el suizo se llevó el pasaje a cuartos con un triunfo cómodo, holgado, por 6-2, 6-3 y 6-3, en una hora y 42 minutos de juego en el remozado Philippe Chatrier.
El Yacaré lo había aceptado con genuino humor cuando se enteró el nombre de su rival: "Es un partido lindo… lindo para él". El historial registraba tres duelos previos, con tres victorias para el suizo, incluido aquel recordado duelo en Shanghai 2014, cuando el correntino tuvo cinco match-points para dar el gran golpe, y no pudo.
En el lento polvo de ladrillo francés, las condiciones estaban expuestas desde el principio. Mayer, para tener alguna posibilidad, debía tener un muy alto porcentaje de primeros servicios, y mostrarse efectivo y consistente con la derecha. De lo contrario, sucedería lo del primer game del primer set, y que se repitió en otros pasajes: Mayer no cerró sus dos ventajas, y cuando Federer tuvo la suya, quebró con un precioso revés paralelo. Es posible que haya pesado también el escenario, con el suizo acostumbrado como pocos a jugar en ese coloso de cemento.
Con apenas el 58% de primeros saques, Federer se fue encima del segundo servicio del Yacaré y quebró de nuevo para luego cerrar el primer set por 6-2. Todo demasiado tranquilo para el suizo, que volvió a quebrar en el arranque del segundo parcial, y luego controló el juego con solvencia. Por momentos el partido transitó la monotonía, porque Mayer podía acercarse en algunos pasajes, pero en los puntos clave siempre mandó Federer. Y cuando el correntino bajaba la guardia, el número 3 del mundo estaba ahí, preparado para sacar más distancias y encaminarse hacia un triunfo de rutina.
Al partido le faltaron emociones, es cierto. Demasiado anunciado todo, más allá del esfuerzo encomiable de Mayer para tratar de dar pelea. Pero hubo mucha distancia, acaso más de lo esperado. ¿Tuvo Federer un partido perfecto? No, pero el encuentro tampoco le planteó la necesidad de la exigencia máxima. Hizo bien todo lo que tenía que hacer, y descolló con algunos de los trucos que suele regalar. El suizo estuvo imparable con el saque (ganó el 82% de los puntos con el primero), no concedió siquiera un break-point, conectó 30 winners y cometió 19 errores no forzados. Una estadística muy positiva, a diferencia de los números de Mayer: 17 tiros ganadores y 31 equivocaciones. El duelo requería una consistencia que el correntino no tuvo.
En una tarde calurosa, con muchos abanicos en las tribunas del Chatrier, el duelo empezó a cerrarse en el sexto game; Federer se ganó la ovación con una derecha ganadora para el 4-2. Lo sentenció poco después, con otro de esos impactos al rincón que generan la admiración y el asombro de todos. No hubo hazaña, y el sueño de Mayer de dar el gran impacto tropezó con la solidez de un grande que sigue haciendo historia.
"Había mucho viento y la cancha estaba rapidísima. Bah, yo la veía pasar. La verdad es que no jugué bien, y él te marca mucho las diferencias cuando es así, enseguida se te va el partido y es como trepar una montaña. Encima él te varía mucho, no te da ritmo por abajo… Si jugábamos 20 sets hoy, no le ganaba ni uno", admitió el Yacaré.
A LA NACION le contó: "Yo tenía que mandar un poco, incomodarlo. Es algo que se puede hacer, pero hoy no me adapté al viento y a la cancha, y yo me sentía lento. Me voy con bronca por cómo jugué hoy, no me gustó. ¿Federer? Tiene un nivel impresionante. Hoy me jugó una derecha con mucho efecto. No es que se reinventa, pero tiene mucha facilidad para cambiar su juego, y tiene un gran saque, lleva muy fáciles sus games de servicio".
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