Tenis / Alumnos con otra tonada. Los extranjeros también tienen su lugar
TANDIL (De un enviado especial).- La chiquita flaquita y bonita deja un instante de exasperar a sus rivales con golpes nada estrambóticos, pero técnicamente perfectos y certeros. Es un reloj en la cancha. Y allí se ríe y habla en perfecto español. Pero la timidez la invade afuera. Después de deletrear minuciosamente su nombre y apellido, Luca Nagymihaly, una húngara de 11 años, no hablará una palabra más. Mientras su padre sigue en su país trabajando, ella vive con su madre aquí, mientras se perfecciona en la escuela de Independiente.
"Esa bola no se vale", grita Isabella Fernández, una venezolana mucho más desenfadada que Luca y que aquí disfruta de un placer que no puede darse en su Caracas natal: pedalear en bicicleta a través de la paz de Tandil para ir al entrenamiento. Ella cuenta que está contenta, que los chicos la tratan muy bien y que lo que más extraña es el clima más afable de su país. En total, hay 10 extranjeros (también de Ecuador y Brasil) y unos 25 del interior de Paraná, La Plata, Carlos Casares, Santa Fe, Venado Tuerto, Azul y Tucumán entre otros lugares. Y si no vienen de Mar del Plata es porque la escuela tiene una sucursal allí, en el Náutico, donde se inició Vilas.
Se nota que entre los chicos y las chicas hay camaradería. Tomás Fernández, un tandilense de 13 años, acapara la palabra mientras se abriga y contesta por él y por Francisco Arrechea (17, de Azul), Luciano Spiazze (15, La Plata) y Francisco Sánchez Moreno (14, Carlos Casares): "Los entrenamientos son duros, pero lo pasamos bien y nos gusta. Sabemos que tenemos que sacrificarnos mucho para llegar a profesionales. Afuera de la cancha nos juntamos muchas veces para jugar en la PlayStation."
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