Mano a mano con Del Potro: "Después de lo que sufrí, todo lo que me pasa es espectacular"
El tandilense se marchó del All England con buenas sensaciones y elogios de los rivales
LONDRES.– Juan Martín del Potro se volvió a sentir tenista. Y no encontró un mejor lugar para hacerlo que en la Catedral. En el All England, donde alcanzó las semifinales de Wimbledon en 2013 y se colgó la medalla olímpica de bronce en 2012, Delpo le avisó al mundo que estaba de vuelta. Tras su derrota ante el francés Pouille, al tandilense le es imposible ocultar su cansancio. Camina despacio, habla pausado. Pero está contento y se le nota. Abre su mundo.
-¿Sigue con la idea de estudiar arquitectura?
-Estuve cerca…Cuando estuve lesionado, más de una vez se me cruzó esa idea por la cabeza. Pero ahora tengo ganas de sentir el tenis. Después de lo que sufrí y de lo que me costó volver, todo lo que me pasa es espectacular. Tengo la oportunidad de volver a hacer lo que me gusta.
-¿Se puede disfrutar de algo cuando se está tanto tiempo fuera del circuito?
-Al principio, disfruté mucho el tiempo en mi casa. Estaba en Tandil, empecé a compartir cosas con mi gente, algo que cuando estás en el circuito no lo podés hacer. Estaba feliz por volver a vivir eso. Pero después mi lesión se fue alargando y agravando. Cada vez me veía más lejos del circuito y más cerca de mi casa y ahí ya no me gustaba tanto. Hubo un momento en el que me di cuenta de que mis amigos ya estaban creciendo, como lo había hecho yo; empezaron a terminar la facultad, comenzaron a trabajar y a tener responsabilidades de tipos adultos. Y yo, como estaba lesionado, era el que se levantaba a la mañana y no tenía mucho para hacer... Sobre todo, cuando estaba enyesado, que no podía ni correr.
-¿Cómo era un día suyo?
-Trataba de estar la menor cantidad de tiempo encerrado y visitaba a la gente que me hacía bien. Soy muy amiguero y los iba a ver a sus trabajos, iba a sus casas. Hacía cosas que durante muchos años no había podido hacer por el circuito. Pero el tiempo fue pasando y como no tenía una fecha de regreso… la espera se convirtió en una agonía. Cada vez que pensaba que ya estaba listo para volver, me pasaba otra cosa. Y si no era un nuevo tratamiento, era otra cirugía. Todo fue muy complicado desde lo emocional y lo mental.
-¿En algún momento pensó que no iba a volver a jugar?
-Sí, un tiempo antes de operarme por tercera vez estaba anímicamente muy abajo. Había intentado jugar en Miami y la había pasado muy mal en la cancha. Había tocado fondo y no tenía más ganas de ir a ver a médicos, ni de volver a intentarlo. Esos días me costaron muchísimo. Me fui a Tandil sin saber qué iba a ser de mi vida. Lo único en lo que pensaba era en volver a mejorar como persona. Pero en mi casa, con el apoyo de mi familia y de mis amigos, me di cuenta de que tenía que volver a pelear. Un día me levanté y pensé: "Lo voy a intentar".
-¿Era la última oportunidad?
-Era el último esfuerzo que me quedaba. No sé si iba a ser la definitiva o no, pero no podía volver a verme otra vez con un yeso y sin saber cuándo iba a poder jugar al tenis ni lo que tenía en la mano. Pero cuando decidí entrar en el quirófano y operarme por tercera vez, sabía que iba a volver a jugar.
-¿Qué significó ese abrazo con Mónaco tras su victoria ante Wawrinka en la sala prensa?
-A usted y a la gente que dice que hay cosas que pasan entre Pico y yo les puede sorprender. A nosotros, no nos sorprende porque nos conocemos de toda la vida, sabemos cómo somos y los valores que tiene cada uno. Vivimos prácticamente a 100 metros y, así como sentimos ese abrazo, en el vestuario pasamos tiempo juntos y él me cuenta sus cosas y yo las mías. Creo que Mónaco ya dijo que es más lo que se habla y lo que se comenta desde otros lugares que lo que realmente es.
-¿Hubo algún punto de inflexión en la relación?
-No, porque no tenía porque haberlo. Ese abrazo se dio de forma natural, fue algo normal para nosotros.
-¿Cómo afrontan la Copa Davis?
-La serie es complicada, pero es un lindo desafío. Me acuerdo cuando volví a estar junto al equipo en la serie ante Brasil en Tecnópolis. Eso fue algo hermoso porque ganamos y porque ahí empecé a sentir que estaba adentro de todo eso de nuevo. En ese momento no lo pude hacer desde adentro de la cancha, como me hubiese gustado, pero ahora sí puedo formar parte de esto ante Italia.
-¿Qué piensa cuando jugadores como Federer o Wawrinka elogian su regreso al circuito?
-Es realmente algo lindo, pero lo que más me gusta es que me respetan dentro y fuera de la cancha y que ellos ven que puedo volver a estar en un nivel competitivo. Si bien todavía estoy en un proceso de recuperación y con altibajos, que es lo normal, me pone muy contento escuchar esas cosas. Es muy difícil ganarse el respeto en un cancha. Me pasó el otro día en el court central ante Wawrinka, y me había pasado con Djokovic en 2013. Que la gente me trate como me trató, siendo argentino, es algo que no muchos jugadores pueden conseguir y eso es lo que más feliz me hace. Mucho más allá de ganar o perder, como me pasó hoy.
-¿Arma listas de canciones en Spotify?
-No, le pido a un amigo, que es fanático de la música. Le digo: "Armame una lista para el gimnasio, otra para dormir…". ¡Lo vuelvo loco! Pero también escucho mucho a Bruce Springsteen. Me gusta mucho para entrenar en el gimnasio, algo que, a veces, cuesta.