Qué ajustes hizo Roger Federer para volver a la elite
Luego de un 2013 entre lesiones, sin finales de Grand Slam y apenas un título, el suizo contrató a Stefan Edberg como entrenador, cambió de raqueta y asumió un juego mucho más agresivo; qué debe hacer para ganarle a Nadal mañana
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"Stefan fue uno de los mejores de todos los tiempos en cuanto a sacar y volear.... No lo contraté sólo por sus voleas, pero sería fantástico que me ayudara con eso".
Comenzaba el año en el Abierto de Australia bajo el mando de Stefan Edberg y estrenaba cambio de raqueta: Roger Federer debutaba con un éxito en sets corridos en el primer Grand Slam del año y empezaba a dar señales sobre qué le podía aportar su nuevo entrenador.
Pasaron cinco ruedas en Melbourne y ya se pudo ver la versión 2014 de un Federer (32 años, 17 Grand Slams) renovado: parado un metro más adentro de la cancha, más agresivo, atacando la red, aprovechando mejor las oportunidades de quiebre y en plenitud física.
El último aspecto parece ser la base de la frescura que mostró el ex número 1 en Australia: "Como me siento bien físicamente, sé que puedo pensar en qué tácticas quiero usar y cómo manejar los momentos agresivos", dijo tras eliminar contundentemente a Andy Murray en cuartos de final.
¿Qué cambió en esta temporada? "Las cosas no son más fáciles [ahora], pero al mismo tiempo se vuelven más disfrutables. Quizás juego con menos presión. O quizás es porque todavía amo competir. Todavía siento que hay algo ahí para mí", dijo Federer, que ganó cuatro veces el Abierto australiano (la última, en 2010).
Sin los problemas de espalda que lo persiguieron la temporada pasada, Federer se mueve con mayor comodidad en la cancha y cada vez acorta más los puntos. En las tres primeras ruedas (9 sets) subió un promedio de 24 veces a la red. En octavos, ante Jo-Wilfried Tsonga, subió 41 veces. Y ayer, ante Murray, fue aún más agresivo: subió 66 veces y ganó 49 puntos (74%).
Por las características del juego de Rafael Nadal, la tendencia de saque y volea de Federer iría en aumento. Aunque pierde por mucho margen el historial ante Rafa (10-22), al suizo lo favorece la superficie rápida para contrarrestar los peloteos largos a los que acostumbra el malloraquín, que presenta algunas dudas por sus ampollas en la mano.
Los break-points, la clave. Pero, más allá de que pueda imponer su agresividad en e l gran choque de mañana (5.30 de la madrugada argentina), hay un factor que siempre fue clave para Federer ante Nadal: las oportunidades de quiebre.
"Probablemente yo sea uno de los tipos que más break points pierde. Pierdo uno, busco otro, pierdo otro, sigo buscando, intento algo. Pero nunca pierdo la compostura", dijo el suizo después del partido ante Murray, en el que -aun en un nivel altísimo- apenas concretó 4 de 17 chances (24%).
Ante Nadal, a quien no vence desde hace casi dos años (Indian Wells 2012), totaliza 94 quiebres sobre 257 break-points, un bajo 36% de efectividad en 32 encuentros. En un partido cerrado, ahí estará la clave.
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