Del Potro: "Saco fuerzas de no sé dónde y mucho se lo debo a la gente"
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RÍO DE JANEIRO.– Juan Martín Del Potro pareció querer darle un abrazo a cada uno de los espectadores argentinos que lo alentaron contra Roberto Bautista Agut en la Cancha 1 del Centro Olímpico de Tenis. Como eso es imposible, hizo lo de siempre: miró al cielo, se persignó y saludó a todos los sectores donde había banderas argentinas. Después, sin pudor, hizo lo que viene realizando desde que los Juegos de Río 2016 comenzaron: se largó a llorar. Primero con la toalla sobre su cabeza, el elemento que les permite a los tenistas tener algo de intimidad delante de las multitudes. Cuando salió de ese espacio personal, sus lágrimas quedaron a la vista. “Estoy haciendo un esfuerzo mental y físico enorme. No pude aguantar el llanto. Mi cuerpo viene sintiendo todo este trajín , pero saco fuerzas de no sé dónde y mucho se lo debo a la gente. Cuando juego trato de dar todo lo que tengo y a veces eso no alcanza. Eso me ayuda a sacar un plus y después es muy difícil aguantar esas emociones. Más cuando uno gana”.
Del Potro está completamente tomado por lo emocional. Lo cuenta él mismo en cada estación mediática en la que se detiene en la zona mixta. Sus confesiones sobre los mensajes de los fanáticos y el afecto que le llega tienen una representación escénica. Del Potro, se sabe, continúa sin entrenador. Sus partidos son preparados con Daniel Orsanic y Mariano Hood, el cuerpo técnico de la Copa Davis. Pero Del Potro parece quemar cualquier plan táctico y se entrega a la comunión con los hinchas en los momentos difíciles de cada partido. Busca miradas amigas en perfectos desconocidos que gritan por él, que polemizan con espectadores brasileños al otro lado de la cancha y que se comportan como una tropa leal para darle a Del Potro un soporte anímico que no lo deje caer.
Disfrutar adentro de una cancha... ?????? #Rio2016 #Feliz
Una foto publicada por Juan Martin del Potro (@delpotrojuan) el
Lo que está sucediendo en Río es que Del Potro descubrió cuánto lo quieren. Cada regreso a la Villa Olímpica luego de un resultado positivo fue una celebración en el edificio argentino. Con pedidos de fotos y autógrafos. Con muestras de admiración dichas por deportistas amateurs argentinos y de otros países. La noche del triunfo contra Novak Djokovic, de regreso casi a las dos de la mañana, se encontró con Ginóbili, Scola y Nocioni, que lo felicitaron y ovacionaron. Del Potro condensó ese reconocimiento de otros deportistas con la satisfacción interior de haberle ganado al número uno del mundo. Algo también empezó a cambiar en la demanda informativa. La poderosa NBC fue la primera en entrevistarlo cuando se clasificó para las semifinales. Los fanáticos que lo siguieron afuera de la cancha ya no eran solamente argentinos. Del Potro es una de las figuras de los Juegos Olímpicos de Río. Además, es un ganador de medalla en Londres 2012. Pertenece sin dudas a este mundo.
El factor emocional le permite cierto sarcasmo con algunas preguntas. Hace una semana su duda era si podía hacer un papel decoroso en el debut contra Djokovic. Ahora hay que preguntarle por Nadal y por la posibilidad de una medalla. “Cuando vi el sorteo me imaginaba comiendo un asado en Tandil. Después tampoco sabía mucho sobre Sousa y Taro Daniel. Cuando ya vi el cuadro y que me podían tocar Gilles Müller o Bautista, ahí ya me asusté un poco. Sabía después que me podía tocar Rafa. Cuanto menos piense en Rafa para mi cuerpo va a ser mejor“, dice Del Potro.
Muchas veces se cuentan historias sobre jugadores que consiguen en la Copa Davis muestras de afecto y reconocimiento deportivo que no logran en el circuito. El caso del tenis olímpico constituye una rareza. Se juega cada cuatro años, no ofrece puntos para el ranking, mucho menos dinero y por lo tanto es una isla que no quieren visitar algunos jugadores. Para Del Potro, los Juegos Olímpicos se convirtieron en un escenario de logros y de reencuentro con el ecosistema deportivo de nuestro país. Río 2016 es lo mejor que le sucedió a Del Potro luego de tres años de operaciones, dudas, miedo y cierta soledad.
“En el US Open viví cosas muy fuertes. Pero recuerdo que ahí fue un solo día: en la final, cuando gané el torneo. Acá vengo llorando casi todas las noches, mi corazón no sé cuánto va a aguantar. Y mis piernas tampoco. Es difícil poder expresarlo con palabras. Me gustaría estar en mi país para poder agradecer todo este apoyo“, dice Del Potro, camino a recuperar su cuerpo de 1,96 metros para estar competitivo contra Rafa Nadal (hoy, cerca de las 14).
No falta mucho para que pueda volver a la Argentina. Con o sin medalla, Del Potro encontró en la cancha y en los edificios de la Villa Olímpica eso que creía haber perdido en estos años. Se siente tenista y se siente apreciado. El resto es ganar o perder.
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