Tenis. Sustentó la victoria en una clase de convicción
El campeón soportó los momentos duros y luego atacó como un león; así, derrumbó progresivamente el sueño del escocés
MELBOURNE (De un enviado especial).– El tenis es un deporte especial, donde no necesariamente gana el que hace más puntos, sino el que consigue los más importantes. Hay una buena dosis de talento deportivo puesto en escena, y las mismas cantidades de capacidad física y supremacía psicológica. Nadie en todo Melbourne imaginaba una final del Abierto de Australia de corto aliento. Y en esas tres horas con cuarenta minutos que duró, Djokovic dio una lección de cómo aguantar en los momentos duros y después saltar como un león ante la presa herida cuando llega el momento de dominar el juego.
Con un set por bando producto de dos tie breaks (7-2 para el escocés en el primero y 7-3 para el serbio en el segundo), el inicio del tercero mostraba a dos jugadores muy fuertes en su saque. En el balance, si se puede hablar de méritos, Murray era levemente superior, especialmente en agresividad. Había estado cerca de quebrar en algunas ocasiones (algo de lo que se lamentó en la conferencia de prensa: "He creado pocas ocasiones, no las suficientes, y eso ha marcado la diferencia. Tuve varios 0-15, 15-30, 0-30, pero no los supe aprovechar"), pero le faltaron los cinco centavos para el peso. Eran tiempos en los que Djokovic mostraba cierto fastidio, tanto que después de un mal golpe, agarró de volea una pelotita y con la pierna izquierda la pateó en el aire como un dotado futbolista.
Hasta que llegó el momento en el que el partido cambió de rumbo. Fue un quiebre para la monotonía de saque y game. En el octavo game del tercer set, Djokovic consiguió lo que parecía imposible: quebrar el servicio del escocés. De ahí en más todo se movió al ritmo del serbio, quien no paró hasta conseguir la victoria con bailecito incluido frente a su equipo de trabajo.
La cabeza de Murray ya estaba en otro planeta. Eso es lo que debe mejorar. Lo complicó la aparición de una incómoda ampolla, pero más lo molestó su fastidio por entender que se escapaba lo que había soñado, tanto que hasta paró un saque por el chillido de las gaviotas que sobrevuelan siempre el cielo del estadio.
Otro nuevo quiebre en el tercer game del cuarto set fue el golpe de nocaut. Djokovic terminó con 139 puntos ganados contra 126. Una diferencia corta si se tiene en cuenta que se quedó con 14 de los últimos 16 puntos. Está claro: para ganar no es imprescindible hacer más tantos, pero sí los más importantes. Como lo hizo el nuevo rey.
lanacionar