Tras ganarle a Colombia, el Sub 20 va por Venezuela: cómo superar la adversidad y soñar con el Mundial
RANCAGUA, Chile.- Siete días de competencia le restan al campeonato Sudamericano Sub 20. Una semana que determinará vencedores y vencidos, camino a la Copa del Mundo de Polonia y a los Juegos Panamericanos de Lima. El calendario impone tres partidos de acá hasta el final, un fixture apretado para juveniles que arrastran un desgaste físico que los expone al límite, entre la acción cada 72 horas y las elevadas temperaturas que se registran en la Sexta región. La Argentina conoce la hoja de ruta y la próxima parada es Venezuela, la selección que enseñó mayor regularidad, con un estilo de juego ensayado, producto de un plan estratégico de largo aliento como el que desarrolla el director técnico Rafael Dudamel. La selección dio muestras de carácter para revertir situaciones límites, proyectar a partir de la victoria sobre Colombia es el desafío para un grupo que llegó a la cita con escaso rodaje y que en la carrera descubrió líderes y laderos, instinto de superación frente a la adversidad y versatilidad para intentar desatara los nudos a través de distintas fórmulas.
Bajo presión, la selección ofreció otra vez respuestas. Lo hizo con carácter, pero también con juego. Sin sobrarle espacio en el resultado, que se hizo apretado porque la ineficacia para definir empuja a tener el corazón en la boca hasta el segundo final. "Rescato que intentamos jugar, con actitud para adueñarse de la pelota y ser protagonistas. Era importante levantarse enseguida después de una derrota y los chicos volvieron a dejar en claro que son fuertes, que no se desmoronan por algún golpe. Volvimos a generar situaciones, eso me deja tranquilo. Como entrenador me gustaría haber hecho algún gol más y terminar más holgado, porque la sensación de no llevarnos nada o menos de lo que merecimos, que es lo que nos pasó en algunos partidos de la primera etapa del torneo, siempre existe", analiza el director técnico Fernando Batista.
La Argentina desdibujó a Colombia a partir de la asfixia a la que la sometió, incomodó su juego –de posesión, pero con escaso poder de fuego– y a partir de ahí expuso su plan para lastimar. Ante situaciones límites, el conjunto tiene argumentos futbolísticos y de espíritu para tomar las riendas. Con despliegue y actuaciones individuales que superaron la media, como Adolfo Gaich, Sebastián Sosa, Nehuén Pérez, recompuso la imagen, después de equivocar el camino en el debut del hexagonal final ante Ecuador, cuando con ventaja en el resultado le facilitó la recuperación al rival. La selección controló a Colombia como también lo hizo con Uruguay en Curicó, cuando el clásico rioplatense se figuró como una final, porque una derrota la dejaba al borde del precipicio.
El recorrido fue enseñando quiénes son las piezas destacadas y quiénes cumplen de laderos, una función menos lucida pero necesaria para el entramado del conjunto. Sosa es el eje de la Argentina. Por lectura de juego, por ensayar siempre lo que la jugada pide. Si el fútbol moderno es tiempo y espacio, el volante central de River los maneja. El N° 5 solo se ausentó cuando cumplió la fecha de suspensión, el único elemento que no entró en la rueda de rotación que impone el cuerpo técnico para administrar las energías. En el rosarino Aníbal Moreno descubrió Sosa a su mejor interlocutor: el futbolista de Newell’s es el auxilio cuando el equipo se repliega y como volante interno tiene facilidad para elaborar juego y asociarse con los delanteros. Un tandem ideal para cuando la selección desea ejecutar un fútbol de control y menos vértigo.
La lesión de Agustín Almendra derivó en que la cinta de capitán la luzca Nehuén Pérez, la baja en plena competencia de Leonardo Balerdi –corte interno en labios y encía– determinó que el compañero de zaga con el que el defensor de Atlético de Madrid había desarrollado los pocos partidos amistosos de preparación ya no estuviera a su lado. Pérez tiene temple para batallar frente a delanteros que desde el físico aparentan imponer condiciones, además de ser la voz de mando de la última línea. Facundo Medina se transformó en el complemento: lateral izquierdo por naturaleza se reconvirtió en segundo zaguero ante la emergencia. De las divisiones inferiores de River, un año atrás recaló en Talleres, que compró el 65% de su pase. No le escapa al roce, firme en la marca, es la sombra del capitán.
Con poca preparación y apenas un puñado de partidos amistosos –Tristán Suárez, la Sub 17 y Chile, apenas aterrizados en Santiago–, el plantel demostró ser versátil para amoldarse a diferentes esquemas tácticos, lo que le ofrece un abanico de posibilidades al entrenador. "Me gusta jugar con enganche, pero también con extremos; si el partido me pide que tengo que armar dos líneas de sacrificio también los voy a hacer. El torneo te va pidiendo cambios, movimientos, lo importante es tener las opciones", le comenta Batista a la nacion, mientras empieza a vislumbrar a Venezuela, el rival del lunes (jugarán a las 22.10), y que dejó de ser la Cenicienta de Sudamérica: anteanoche superó por primera vez a Brasil. La ilusión de la Vinotinto es el desafío de la Argentina, que avanza a medida que se va descubriendo.