Carreras / Las distinciones Pellegrini. Con el viejo brillo, la emoción de siempre
La fiesta de anteayer en el Tattersall de San Isidro recuperó el marco de sus mejores momentos
El turf recuperó el glamour en su noche anual de festejos. Anteayer, el Tattersall del hipódromo de San Isidro volvió a ser el escenario de la entrega de los premios Carlos Pellegrini y fue mucho más que una ceremonia en la que se reparten distinciones. Estuvo bastante cerca del brillo de las épocas gloriosas y muy lejos de los austeros actos de los últimos años, con lo que se dejó en claro cuál es el camino que quiere retomar el Jockey Club Argentino.
No hicieron falta fuegos artificiales. Antes, durante y después de la fiesta fue un desfile de estrellas en el salón en el que durante meses son exhibidos por las casas rematadoras cientos de los caballos que luego regalan espectáculos de gran nivel en cualquiera de las pistas argentinas. Ellos, los pura sangre, habían hecho lo suyo en 2009 y ahora estuvieron presentes por horas en una enorme pantalla ubicada sobre el escenario, en los recuerdos fotográficos que cercaban las decenas de mesas y representados en sus propietarios, criadores, entrenadores, jinetes y veterinarios.
Las cámaras recorrieron cada rincón, apuntaron hacia cada uno de los presentes y algunos de ellos expresaron sus sensaciones previas, seguidas por todos en vivo en la pantalla. Otros, las revelaron ya con algunos de los premios que recibieron en la mano, como Jorge Cardemil y Juan Carlos Bagó, que subieron una y otra vez junto con los equipos de sus haras, Futuro y Firmamento, respectivamente.
El primero de ellos cruzó la cordillera para abrazarse a las tres plaquetas que llevaron el nombre de Interaction, además de la de Inter Rails, la madre del campeón, y la de mejor caballeriza. "Nosotros somos chilenos, pero el haras es argentino", expresó Cardemil, bajo una cortina de aplausos, y destacó el trabajo de "Alfredo y Alfredito". Se refería a Camogli, en cuyas tierras puso los cimientos a este exitoso presente, y a Gaitán Dassie, el preparador de sus caballos, también galardonado.
Bagó aportó un momento reflexivo al referirse a la situación sanitaria actual. "Hay que superar la crisis con responsabilidad", enfatizó, y más tarde apeló "a sólo cuatro palabras" como homenaje: "Al maestro con cariño". Aunque haya fallecido hace tres años, está claro que siempre va a estar presente Hernán Ceriani Cernadas. Firmamento obtuvo por séptima vez el galardón como criador, la tordilla Kalath Wells le dio otras dos alegrías y Juan Carlos recordó a su gran amigo, minutos antes de darle un gran abrazo a Edwin Talaverano, el hombre de la noche.
Incluso, más allá de los premios, entre los que hubo una mención especial a esta página, fue la emoción. La sintió Carlos Daniel Etchechoury, ternado entre los entrenadores, casi a mitad de camino de una suspensión que lo obliga a pisar el hipódromo sólo por esas horas. Y a Bruno Quintana le costaba hablar y a todos se les hacía un nudo en la garganta cuando el presidente del Jockey Club, instantes después de iniciar su discurso, se acercó a la mesa en la que estaba Lorena Torres, que permaneció en estado de coma por más de dos años tras una rodada. "Nos estás dando una clase de superación", le dijo, y encontró la respuesta más aplaudida de la noche: "No voy a correr más, pero los caballos seguirán siendo mi pasión".
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