El Margot: el caballo del afiche volvió a hacerse de carne y hueso
Como si fuera un déjà vu, Altair Domingos repitió la imagen de promoción de Palermo
El afiche se esparció por la ciudad, en la promoción del Gran Premio República Argentina (G 1), como suele ocurrir cuando el turf tira la casa por la ventana y abre sus puertas para un espectáculo “apto para todo público”. Pero sólo los avezados, los incondicionales, la legión fiel que no pregunta si hay pozos vacantes, plazas de comida o salas de arte para acudir a las carreras, podía pensar que el caballo del cartel corría para repetir el triunfo que lo llevó a la foto callejera.
El Margot ganó por segunda vez la carrera de Palermo que nació en tiempos de gobierno de facto con la finalidad, nunca lograda, de ocupar el lugar del Carlos Pellegrini, que dejaba de correrse tras el cierre de San Isidro. Pero con los años –y algunos cambios de fecha– consiguió tener su espacio importante en el calendario, aunque no ganó mucho al bajar de 2500 metros a 2000.
El Margot, cuyo nombre es una delicia de sonoridad tanguera, tiene otra particularidad: es hijo de El Garufa y Reina Margot –el bandoneón suena desde el origen–, dos caballos nacidos en el haras La Quebrada que después de competir volvieron a encontrarse para concebirlo, gracias al criador Luis Aramaburu.
El caballo entrenado por Enrique Martín Ferro –ausente en la premiación, disgustado por una suspensión de Palermo a su hijo Nicolás, por tratamiento prohibido– no volvió a ganar después de aquel República de hace justo un año. Altair Domingos, su jockey, que también va a repetir su festejo en el afiche del año que viene, se desahogó después de la atropellada que resultó corta con Try Twice en el Gran Premio OSAF. El jinete que nació en la Argentina, pero es brasileño desde los 7 meses, fue vital cuando parecía encerrado contra los palos, en la recta final: “Le pegué el grito a Da Silva (montaba a Finneon, segundo en el momento de cruzar el disco)”. Entonces se hizo lugar después de un zigzag demoníaco.
Luis Aramaburu, que también es propietario de El Margot, volvió a tener a Altair luego de una excursión de éste a los Estados Unidos, donde corrió a Hi Happy. “Me preguntó «¿Cómo lo vas a correr?»; le respondí, ¡último!”, contó ahora riéndose el jockey, que había dejado algo preocupado al titular del stud Don Luis.
Alguna vez, Jorge Valdivieso, uno de los mejores jockeys argentinos de la historia, había dicho tras una victoria, en su indeclinable modestia: “No hay que olvidarse que perdemos muchas más carreras que las que ganamos”. Domingos pudo desquitar pronto, como un rato antes le había pasado a Pablo Falero, un uruguayo que también hace historia: después de quedar cuarto en el GP Montevideo con Malenchini, el potrillo que ni en la peor pesadilla burrera perdía, ganó con el inesperado Leo Ruler el GP de las Américas.
Y en el Jorge de Atucha, donde estaba Terms Holiday, invicta en dos paseos por esta pista porteña y tan fija como el potrillo, también terminó cuarta, lejos de Giuliet Seattle, la colosal ganadora a la que montó Gustavo Villalba, en otra estación del largo sueño en el que ya habían pasado su graduación como jockey y el premio Pellegrini al mejor aprendiz de 2016 en cuestión de meses.
Los jóvenes cerraron la serie de Grupo 1 en el Ciudad de Buenos Aires. Se juntaron en un final tremendo Jorge Peralta, con Glory Seattle, y Fancisco Arreguy (h), con la Birkin. Medio pescuezo, apenas, se vio en el disco en favor de aquél. La multitud, que ayer aplaudió a los ganadores con el entusiasmo de los que pisan de vez en cuando el hipódromo, regaló otra ovación. Valió la pena ir hasta Palermo.
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